Aliyev, el "Corredor de Zanguezur" y el fascismo turco
Desde Bakú y Ankara insisten en poner sobre la mesa de discusiones un tema que resulta vital para la concreción del proyecto panturquista. Rusia e Irán ya rechazaron públicamente la idea, pero el "complementarismo" armenio puede echarlo todo a perder.
Por Adrián Lomlomdjian
El diplomático turco Serdar Kılıch y el vicepresidente del Parlamento de Armenia Rubén Rubinian volverán a verse las caras en Viena, Austria. Los representantes especiales de Armenia y Turquía se reunirán el 1 de julio, en lo que será la cuarta reunión bilateral. Tras el último encuentro, las partes reafirmaron el objetivo de lograr un acuerdo amplio a través de este proceso sin condiciones previas, asegurando que se van concretando pequeños avances.
En la reciente rueda de prensa virtual organizada por el primer ministro armenio, que fue realizada el 27 de junio pasado y boicoteada por más de cincuenta periodistas que representaban a decenas de medios locales e internacionales, Pashinian puntualizó que las últimas declaraciones públicas de distintos funcionarios turcos se convierten en obstáculo para el proceso en curso.
"El término Corredor de Zanguezur que se escucha constantemente desde Turquía entorpece el proceso y crea un trasfondo negativo. Se hacen declaraciones que no son nada útiles para el proceso", señaló el primer ministro de Armenia.
"Apoyamos firmemente el Corredor de Zanguezur, que conectará las regiones occidentales de Azerbaiyán y Najicheván. Y esperamos que el corredor se abra lo antes posible", dijo el canciller de Turquía Mevlut Chavushoglu el mismo 27 de junio, pero en Bakú, finalizada la reunión que mantuvo con los cancilleres de Azerbaiyán y Kazajstán.
A principios de este mes había sido el propio canciller azerbaiyano Cheyhun Bayramov quien acusaba a Armenia por dilatar el tema y, al mismo tiempo, hablaba de la importancia del corredor para Ereván. "Armenia sigue alargando el tema con un pretexto u otro, a pesar de ser el país con las capacidades de comunicación más limitadas de la región. Por lo tanto, la implementación del corredor de Zanguezur es importante para Armenia tanto como para los otros Estados del sur del Cáucaso", aseguraba el canciller azerbaiyano Bayramov.
Recordemos que meses atrás, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, dijo que la apertura de un corredor clave entre su país y la República Autónoma de Najicheván "unirá todo el mundo turco".
"Tanto Turquía como Azerbaiyán tomarán las medidas necesarias para materializar el Corredor de Zanguezur", había enfatizado Aliyev en octubre del año pasado, durante una rueda de prensa conjunta con el presidente de Turquía, Recep Erdogan, tras la inauguración del Aeropuerto Internacional de Fuzuli.
Y el 22 de mayo de este año, al hacer referencia al supuesto -y denominado así por ellos- Corredor de Zanguezur, el mandatario azerbaiyano no dudó en afirmar que "ya es una realidad". Y agregó: "Tanto el ferrocarril como la carretera para automóviles que atraviesan el territorio del distrito de Zanguilan no sólo conectarán la parte principal de Azerbaiyán con la República Autónoma de Najicheván, sino que también se convertirán en una nueva ruta para el transporte internacional de mercancías".
La misma frase la pronunció hoy, 29 de junio en Ashgabat, durante la Sexta Cumbre de Jefes de Estado de los Países del litoral del Mar Caspio. "El corredor de Zanguezur ya se está convirtiendo en una realidad", reiteró Aliyev.
Y si bien públicamente las máximas autoridades rusas e iraníes, una y otra vez desecharon la posibilidad de un "corredor" en territorio armenio, la casi permanente situación confusa creada a partir de las declaraciones y el accionar de los principales referentes políticos de Ereván -oficialistas y opositores-, hacen que nada quede claro y la inseguridad sea una constante.
Particularmente, en cuanto a las relaciones armenio-turcas y armenio-azerbaiyanas la situación política se mantiene tensa debido a:
-las versiones que circulan no sólo sobre el citado "corredor", sino también sobre la delimitación y demarcación de la frontera entre Armenia y Azerbaiyán;
-la indefinición del estatus de Artsaj y el poco compromiso internacional con el respeto al derecho de autodeterminación del pueblo de Karabaj;
-la persistente actitud negacionaista del Estado turco sobre el genocidio armenio y la posición actual asumida por el tándem Turquía-Azerbaiyán sobre el patrimonio histórico y cultural existente aún -pero en peligro- en los territorios de los cuales los armenios fueron deportados forzosamente a principios del siglo veinte y también durante la última guerra de Karabaj.
Pero estos temas puntuales, su evolución y desenlace están íntimamente ligados a lo que sucede por fuera de estas relaciones, pero en paralelo y con una fuerte influencia sobre las mismas.
La operación especial militar rusa en Ucrania, el enfrentamiento Rusia-OTAN, las iniciativas de Occidente para aislar a Rusia y la suma de sanciones económicas, el abastecimiento de armas estadounidenses y europeas al gobierno títere de Kiev, la presencia de mercenarios y terroristas -muchos de quienes combatieron contra los armenios en Karabaj- en las filas del ejército de Zelensky, la resistencia del pueblo kurdo ante los ataques y la represión sistemática del gobierno fascista de Erdogan, la lucha del pueblo árabe sirio contra la ocupación turca, el heroísmo cotidiano del pueblo palestino contra el accionar criminal del gobierno terrorista de Israel, son las otras cuestiones importantes que conviven en la región junto a la cuestión armenia.
¿Cuál es la posición oficial de Armenia ante cada una de estas cuestiones? ¿Se expresa desde las más altas esferas una postura definida y firme, o varía según quién sea el declarante o el "invitado de turno" que esté en Ereván o frente al funcionario armenio?
En este contexto, debemos hacer nuestro aporte a la necesaria elaboración de una posición clara por parte de Armenia -Estado y pueblo-, que ayude a visualizar aliados y adversarios, definiendo posteriormente las tareas que de manera inmediata debemos llevar adelante todos, desde donde estemos.
No resulta serio no ser solidarios con pueblos que sufren la barbarie genocida que padecieron nuestros antepasados -incluso, hay pueblos que sufren a los mismos verdugos-, ni tampoco coquetear con quienes andan juramento que su objetivo es destruir a nuestro aliado estratégico o aniquilar al único vecino que nos tendió la mano en los momentos más difíciles durante las últimas décadas.
Seguir jugando al "complementarismo", ese "invento" en política exterior que habla de "llevarnos bien con todos" y apoyar la cola en dos sillas a la vez, lo único que demostró en estos treinta años de la Tercera República es, que internacionalmente Armenia no es fiable para nadie, ni para sus aliados ni para sus amigos, ni tampoco para aquellos que empiezan a conocerla.
Definir con claridad en qué equipo vamos a jugar este partido, no significa que automáticamente quienes integran los otros equipos -porque no hay uno solo enfrente- sean nuestros enemigos. En absoluto.
Tener en claro que si el panturquismo es -claramente entre los proyectos de dominación regional- el que de concretarse terminaría rápidamente de "llevarse puestos" a Armenia y sus habitantes, enfrentarlo e impedir su avance debe ser uno de nuestros objetivos principales. Y si la cabeza de ese proyecto es el gobierno fascista de Erdogan, entonces debemos comenzar a pensar, proyectar y accionar para construir no sólo una muralla que lo detenga, sino también a tejer una red de alianzas y solidaridad activa con todos aquellos pueblos que son víctimas del panturquismo.
Sólo de esta manera lograremos darle contenido a nuestra lucha y resistencia de más de un siglo. Enfrentar y golpear al fascismo turco, contribuyendo a crear otras condiciones en dicho país y en la región, nos permitirán establecer las relaciones de paz y confraternidad que nuestros pueblos se merecen.
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