¿Armenia y Azerbaiyán se preparan para recibir a Zelensky?
Según fuentes extraoficiales cercanas al gobierno de Pashinian, el líder del régimen nazi ucraniano realizará visitas oficiales a Ereván y Bakú durante la primera semana de marzo.
Por Adrián Lomlomdjian
Ante los incesantes rumores acerca de una próxima visita del presidente ucraniano a Ereván, el Ministerio de Asuntos Exteriores de la República de Armenia se vio obligada a emitir opinión pública al respecto.
“Lo único que puedo decir es que las visitas de funcionarios de alto rango se informan a su debido tiempo”, dijo la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Ani Badalian.
En los medios de comunicación se ha difundido información de que el presidente ucraniano Volodimir Zelensky visitará Ereván y Bakú en marzo, puntualizando que la visita a Armenia será probablemente el 4 de marzo.
El diputado Babkén Tunian, del bloque oficialista del Partido Acuedo Cívico, intentó mostrarse sincero ante los periodistas que lo consultaron a la salida de la Asamblea Nacional: “Como diputado y miembro del partido gobernante, no tengo información al respecto. Supongo que los demás miembros de la facción, tampoco”.
Tunian dijo que no había pensado nunca sobre la posibilidad de una visita de Zelensky al país, “pero tampoco creo lo que sea imposible”, agregó.
El parlamentario se abstuvo de valorar si la posible visita sería positiva o negativa para Armenia. “Después de todo, el presidente de Ucrania es el líder electo de su país. Y al igual que los líderes de otros países, si no hay una prohibición especial, puede visitar Armenia”, afirmó.
“La llegada de Zelensky a Ereván podría convertirse en un punto sin retorno en las relaciones entre Armenia y Rusia”, dijo el politólogo ruso Dmitry Suslov al ser consultado por Sputnik Armenia.
Según él, “es poco probable que la visita tenga algo que ver con los intereses reales de Armenia. Más bien, esto refleja el deseo del Occidente colectivo de destruir por completo los vínculos de la Federación Rusa con el actual liderazgo armenio”.
Hasta ahora, Zelensky no ha visitado ningún país postsoviético, a excepción de los países bálticos. No estuvo ni en Kazajstán, ni en Georgia, ni siquiera en Moldavia, todas ellas repúblicas con gobiernos abiertamente occidentalistas. Por eso, la preocupación es grande en amplios sectores de la sociedad armenia, que más allá de ciertas diferencias y desacuerdos coyunturales con el gobierno de Rusia, siguen viendo a dicho país y al pueblo ruso como su verdadero y más cercano aliado.
Recordemos que hace días atrás, en un reportaje concedido al Canal France 24, el primer ministro Nikol Pashinian declaró: “Ya he dicho que Armenia no es un aliado de Rusia en la cuestión de Ucrania, y ésta es nuestra honesta posición. Lo dije por primera vez hace dos años y lamentamos no poder influir en esta situación. El pueblo de Ucrania es un pueblo amistoso”.
Para el primer ministro, el pueblo de Ucrania es un pueblo amigo. Y nadie lo discute. ¿Y el pueblo de las Repúblicas del Donbass -rusos, ucranianos, armenios y de otras nacionalidades-, bombardeado y sometido por el gobierno nazi de Kiev desde 2014, no es amistoso? ¿No es un pueblo amigo el palestino, que está sometido a genocidio desde hace décadas por Israel? ¿Y por qué Armenia decidió abrir embajada en Tel Aviv, cuando no existen antecedentes en las relaciones armenio-israelíes y, para colmo, Israel es junto a Turquía el principal aliado militar de Azerbaiyán? ¿No son amistosos los pueblos kurdo, yezidí y árabe, que deben soportar a diario los embates criminales de Turquía? ¿Qué decir de los hermanos pueblos de Siria, Líbano, Irán e Irak, que desde hace años resisten las acciones destructivas organizadas y financiadas por Occidente (Estados Unidos-Gran Bretaña-Unión Europea-OTAN)? ¿Alguien leyó o escuchó alguna declaración condenatoria de integrantes del gobierno de Armenia sobre estos hechos que tienen a “los socios occidentales” de Pashinian como responsables principales?
Pero volvamos a lo puntual.
El propio Pashinian declara casi a diario, junto a sus “compañeros de ruta” en el Gabinete de Gobierno y en la Asamblea Nacional, que Azerbaiyán está provocando permanentemente y no se puede descartar una escalada militar en territorio soberano de la República de Armenia. ¿Y cuál será la respuesta de Rusia? ¿Acaso puede ser otra que “en la cuestión armenio-azerbaiyana nosotros no somos aliados de Armenia”? ¿Y quién estará al lado de Armenia y los armenios? ¿Francia, Alemania y la Unión Europea, que reciben gas y petróleo de Bakú? ¿Gran Bretaña, dueña de los pozos petroleros y dominante en el sistema financiero azerbaiyano? ¿Estados Unidos, aliado de Azerbaiyán junto al sionismo en su lucha contra la vecina Irán? ¿Turquía va a pararle la mano a su hermano menor, quien le está ayudando a abrir el camino del proyecto panturquista?
Es cierto que cada país debe decidir su política exterior y de alianzas de acuerdo a sus intereses nacionales y a su seguridad. Y también es cierto, que la misma puede ser multivectorial, y a la vez respetuosa de las diferencias a escala internacional, de las contradicciones existentes y de las disputas geopolíticas. Y, principalmente, en el caso de un país pequeño como Armenia, debe tratar de no enemistarse con nadie, sin que ello signifique arriar banderas o ceder derechos. Y mucho menos, confrontar y/o provocar a diario a su aliado estratégico -Rusia- o a su único vecino amigo y confiable -Irán-.
Pero el gobierno de Pashinian eligió el camino y las formas equivocadas, y sigue conduciendo a Armenia por el peligroso camino de la inseguridad permanente para su pueblo y de la posible pérdida de la entidad estatal.
Nunca es demasiado tarde, ni nada es definitivo. Siempre hay algo más que perder y siempre existe la posibilidad para comenzar a revertir lo malo. Simplemente hay que darse cuenta de qué se trata y poner manos a la obra, en este caso, para revertir la decadencia y la disolución.
Comments