Azerbaiyán intenta "aprovecharse" de la situación en Ucrania
Bakú busca ganarse la simpatía de Occidente y arremete contra el pueblo de Karabaj y contra la presencia de las fuerzas de paz rusas.
Por Adrián Lomlomdjian
La prepotencia occidental dirigida por Estados Unidos –fielmente secundada política, militar y económicamente por la Unión Europea y la OTAN-, trajo como consecuencia ¿inesperada? la operación militar rusa en Ucrania, con el objetivo de garantizar la seguridad de Rusia frente al avance casi incontrolado de la OTAN sobre su territorio. Según el presidente Putin, la no incorporación de Ucrania a la alianza militar noratlántica, junto a la desmilitarización y la desnazificación de Ucrania son dos componentes fundamentales para la seguridad de su país.
Esta nueva situación en el corazón de Europa repercute en todo el mundo, ya sea por las sanciones de todo tipo adoptadas por Estados Unidos y sus aliados contra Rusia, como así también por la continuidad de la política agresiva hacia dicho país en distintas regiones de la ex Unión Soviética.
Armenia y Artsaj (Karabaj) sufrieron la última semana las consecuencias del envalentonamiento azerbaiyano, producido a partir de la euforia antirrusa instalada por Occidente en una porción importante de las poblaciones en las que influye, a partir de su dominio de los medios masivos de comunicación y las redes sociales. Parte de esa euforia, también es acompañada por gobiernos pro-occidentales como, por ejemplo, los de Armenia y Azerbaiyán.
Bakú cree que este es “su momento” para terminar aquello que comenzó con la guerra de septiembre de 2020 y Rusia no le permitió concluir: el vaciamiento de la población armenia en Karabaj y el sometimiento total de la República de Armenia a las imposiciones y dictados turco-azerbaiyanos, que cuentan con el beneplácito inocultable de Occidente.
Si bien no son inesperadas las acciones del gobierno fascista de Azerbaiyán para los habitantes de Artsaj (Karabaj) y de los poblados fronterizos armenios, estos no dejan de sorprenderse por el intento de Aliyev de aprovechar a su favor la crisis generada a partir de la operación militar rusa en Ucrania.
Durante casi dos semanas, las fuerzas militares azerbaiyanas sometieron a permanentes e intensos ataques con armas de distinto calibre a varias aldeas de las regiones de Askerán y Martuní, en Artsaj, hiriendo a un campesino y causando daños y destrozos en viviendas particulares, escuelas y lugares de trabajo. Y en los llamados momentos de calma los militares azerbaiyanos, utilizando poderosos altoparlantes y en idioma armenio, instaban a los habitantes del lugar a abandonar sus tierras.
En paralelo, los ocupantes azerbaiyanos de Karabaj no permitieron, primero, y obstaculizaron de una y mil formas después, las tareas que debían llevar adelante trabajadores armenios y rusos para reparar el tramo de la red que lleva gas desde Armenia a Artsaj (Karabaj). El sector dañado del gasoducto “casualmente” se encuentra en territorio administrado por Azerbaiyán y por eso los pobladores de Karabaj no tienen gas, lo que significa que en pleno invierno y con temperaturas por debajo de los cero grados, están privados de agua caliente y calefacción a lo largo de estos ocho días. Recién hoy, miércoles 16 de marzo, y luego de intensas negociaciones llevadas adelante por los mediadores rusos y funcionarios del gobierno de Armenia, Azerbaiyán permitió que comenzaran los trabajos de reparación del gasoducto.
Y así como en Artsaj agreden militar y psicológicamente a la población local para lograr una “Karabaj sin armenios”, en Armenia continúan atacando posiciones militares, causando muertos y heridos entre los soldados de las fuerzas armadas, pero también, manteniendo una permanente situación de inseguridad y crisis interna al interior del país.
Bakú cree que esos pequeños movimientos tácticos y avances de sus unidades militares en la zona de contacto podrían beneficiarlo al momento de delimitar y demarcar las fronteras armenio-azerbaiyanas. Pero según Armenia y Rusia, las fronteras que finalmente quedarán vigentes entre ambos países son las existentes en el período soviético. Y parece que a Azerbaiyán eso mucho no le agrada…
No caben dudas que Azerbaiyán aplica la lección aprendida de sus maestros sionistas, es decir, de las autoridades políticas y militares del Estado terrorista de Israel, quizá su más estrecho aliado. Así como Israel no deja de agredir y atacar –militar y psicológicamente- a la población palestina, Bakú hace lo mismo con los armenios que viven en Karabaj y quienes habitan las regiones fronterizas en Armenia.
Y mientras aplica la política de agresión permanente y sistemática contra los armenios, comenzó internamente desde los medios masivos de comunicación una ola antirrusa, centrada en el contingente militar ruso para el mantenimiento de la paz en Karabaj y en su comandante, el General Mayor Andrei Volkov.
Parece ser que algunos sectores oficiales azerbaiyanos creyeron que la firma de un nuevo tratado con Rusia les liberaría las manos para avanzar sobre los armenios en Karabaj, incluso hablaban de que las tropas rusas se irían y ellos se harían cargo del control… Pero nada de eso pasó. Por el contrario, la semana pasada las fuerzas rusas emplazadas en Karabaj cerraron los corredores de transporte en territorio de Artsaj para las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán, además de comenzar a construir nuevos puestos militares y fortalecer las posiciones existentes.
Bakú tiene la intención manifiesta de sembrar el pánico en Artsaj, obligando a la gente a abandonar sus hogares. Pero parece que le será casi imposible quebrar la voluntad del pueblo de Karabaj, que ya está organizándose y creando destacamentos de autodefensa. Todo, en el mismo momento en que Rusia reafirmaba que sus militares continuarán allí cumpliendo con los objetivos previstos.
Lo preocupante en esta situación es la posición asumida por el gobierno de Pashinian, no por avanzar en el proceso de establecimiento de relaciones con Turquía, sino en algunas de las formas elegidas y en los silencios que sigue manteniendo sobre ciertas cuestiones.
Ya lo hemos señalado desde estas mismas páginas, que a pesar de todas las diferencias, siguen siendo la paz y el diálogo los caminos para resolver las diferencias y los conflictos pasados y presentes. Pero también destacamos que resulta verdaderamente inexplicable -y hasta irritante- que el Canciller armenio sonría posando junto a su par turco.
“El diálogo es el camino, pero no para hacer "borrón y cuenta nueva", sino para sentarse frente a frente y comenzar a intentar saldar las cuestiones del pasado. Y recién, luego de ese primer paso, se podrá avanzar hacia la concreción de proyectos a futuro que permitan que los pueblos convivan y se desarrollen en paz y armonía”, decíamos en una de nuestras notas.
Sin embargo, el primer ministro armenio y otras importantes autoridades del país parecen haber elegido otro camino.
¿Por qué decimos esto? Algunos ejemplos:
-Porque lejos de hacerse cargo de la historia colectiva del pueblo armenio en este diálogo establecido con autoridades turcas, declaran públicamente que el genocidio armenio es un tema de la diáspora;
-Porque hablan de firmar la paz con Azerbaiyán, cuando aún no está resuelto el conflicto de la delimitación y demarcación definitiva de las fronteras y decenas de prisioneros de guerra armenios permanecen rehenes del régimen de Bakú;
-Porque en vez de manifestarse en apoyo de su aliado estratégico, reconociendo la República de Artsaj y luego las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk para que Rusia y otros países también hagan lo propio con Karabaj, manifiestan que en la agenda de la Cancillería armenia no figura el reconocimiento de las mencionadas repúblicas, tratando de congraciarse con Occidente.
El gobierno de Armenia gusta alardear de que está buscando la paz con los vecinos, que está esforzándose por encontrar los caminos para establecer una situación que permita la convivencia y el desarrollo de todos los pueblos, que está a favor de la superación de los conflictos del pasado a través de la negociación y el diálogo. Y nadie puede estar en contra de eso.
Pero más allá de las buenas intenciones, hay que tener los objetivos estratégicos claros y considerar con seriedad otros factores que también resultan determinantes, como ser los proyectos que persiguen los países vecinos y sus aliados, las historia más reciente y qué posición tomaron los distintos actores regionales, entre otras cuestiones.
Lamentablemente, durante las últimas tres décadas, la dirigencia armenia careció de las cualidades necesarias no sólo para conducir el desarrollo y el crecimiento de su pueblo, sino también para garantizar su seguridad y la convivencia pacífica con sus vecinos, sin renegar de sus derechos ni de sus reclamos históricos.
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