Azerbaiyán, Ucrania y la hipocresía europea
El presidente de la OSCE y la doble vara europea a la hora de posicionarse sobre el conflicto ucraniano y la cuestión de Karabaj.
Por Adrián Lomlomdjian
Zbigniew Rau, ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, ocupa actualmente el cargo de presidente en ejercicio de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa para el año 2022. Recordemos que a la OSCE pertenece el mediador Grupo de Minsk, copresidido por Rusia, Francia (por la UE) y Estados Unidos, que es el encargado de encabezar las negociaciones para encontrar una solución justa y definitiva al conflicto de Nagorno Karabaj (Artsaj).
Recientemente, Rau realizó una visita de trabajo a Ereván, donde sin ponerse colorado en ningún momento, hizo gala públicamente de la doble vara dominante entre la mayoría de las autoridades y dirigentes políticos europeos.
Tras su recorrida por Ereván, Bakú y Tiflis, donde se reunió con las máximas autoridades de las tres repúblicas del Cáucaso, el Presidente en ejercicio de la OSCE y canciller polaco les pidió a Azerbaiyán y Armenia "que resuelvan todos los asuntos polémicos mediante negociaciones". Lo hizo a través de un comunicado de la OSCE publicado el último sábado.
"Polonia, en su calidad de Presidente de la OSCE, apoya firmemente todas las iniciativas encaminadas a facilitar el diálogo necesario para reducir las tensiones actuales sobre el terreno. Hacemos un llamamiento a Armenia y Azerbaiyán para que negocien de buena fe a fin de llegar a un acuerdo integral, que sea la solución de todas las cuestiones pendientes", se lee en el comunicado, donde se señala que la OSCE “espera avanzar, especialmente en temas humanitarios urgentes, como la liberación de detenidos, el intercambio de información sobre personas desaparecidas, el desminado y la protección de sitios históricos y culturales”.
Rau enfatizó el papel de su representante personal, el embajador Andrzej Kasprzyk, proponiendo ampliar su participación en la resolución de problemas. "Su trabajo puede agregar valor al promover la seguridad, generar confianza, facilitar el acceso humanitario y contribuir a otros asuntos vitales", dice el comunicado.
Pero Rau no dijo ni dice NADA sobre la condena a Azerbaiyán por el último ataque con drones turcos, que causó 3 muertos y 15 heridos; NADA, sobre la ocupación del poblado de Paruj por parte de unidades militares azerbaiyanas y de su permanencia en las alturas de Karagluj; NADA, sobre el corte de gas a la población civil de Artsaj (Karabaj) y la prohibición por días de realizar la reparación de la tubería; NADA, sobre los diez días que los habitantes de Artsaj, en pleno invierno, estuvieron sin calefacción ni agua caliente en sus casas, escuelas y hospitales; NADA, sobre la permanente agresión de las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán sobre los poblados fronterizos de Armenia; NADA DE NADA.
En el conflicto entre Azerbaiyán y Artsaj, y entre Azerbaiyán y Armenia, al igual que sobre la ocupación israelí en Palestina, el presidente de la OSCE y canciller polaco hace lo que permanentemente hizo Europa en este conflicto: iguala.
La que ataca es Azerbaiyán, pero le pide calma a "las partes en conflicto"; los azerbaiyanos destruyen patrimonio histórico, transforman iglesias en mezquitas y derriban monumentos de héroes armenios en la lucha antifascista, pero le pide a "las partes en conflicto" que se comporten civilizadamente; invade Azerbaiyán y Armenia defiende su soberanía, pero le pide a "las partes en conflicto" que detengan las agresiones; Azerbaiyán ocupa poblados armenios en Artsaj y Armenia, dispara sobre civiles que eligen defenderse, pero Europa le pide a "las partes en conflicto" que cumplan con lo acordado...
Esto sucede cuando, lamentablemente, el poder se encuentra en manos de hipócritas y maniáticos que se creen dueños de la vida de cada uno de nosotros, de nuestros países y del mundo, además de pensarse dioses que deciden a escala planetaria qué y quienes son buenos o malos.
Unos días atrás, el presidente de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), el mismísimo Zbigniew Rau, decía que "los ataques de Rusia contra civiles ucranianos, así como contra escuelas y hospitales, eran terrorismo de Estado".
Hipocresía pura de quien nada dijo ni dice de los ataques que desde hace ocho años realiza el ejército ucraniano sobre la población civil de Crimea, Donetsk y Lugansk, y mucho menos sobre el accionar criminal de las bandas nazis, que mantienen una fuerte presencia en la estructura militar y policial de Ucrania.
“La fuerza invasora comenzó a atacar a la población civil y la infraestructura en un intento de quebrantar el espíritu del pueblo ucraniano”, decía Rau el lunes 14 de marzo, dirigiéndose al Consejo de Seguridad de la ONU y acusando a Rusia. "Esto es deplorable y vergonzoso y equivale a terrorismo de Estado. Las escuelas, los hospitales y los jardines de infancia están siendo atacados deliberadamente con armas prohibidas internacionalmente".
¿Hasta cuándo seguiremos en el rol de meros espectadores de un espectáculo atroz, cuyos protagonistas principales no son los buenos que vienen a salvarnos, sino los malos que nos oprimen, nos saquean, nos matan y, encima, dominan nuestras mentes a través de los medios masivos de comunicación?
¿Hasta cuándo vamos a permitir que nos impongan sus intereses, sus gustos, sus formas de pensar y de vivir, que nada tienen que ver con nuestra historia y nuestros objetivos de vida?
¿Hasta cuando dejaremos que sigan destruyendo el planeta, que sigan invadiendo países, que sigan matando presidentes y organizando golpes de Estado, que sigan saqueando nuestras riquezas naturales, que sigan robando nuestro patrimonio nacional, que sigan enfrentándonos entre nosotros y enemistándonos con pueblos hermanos, que sigan mintiendo, que sigan masacrando?
A los Rau, y a todos quienes integran la criminal maquinaria político-militar-industrial-financiera-comunicacional liderada por los Estados Unidos y conformada, entre otros, por la Unión Europea, la OTAN, el nazi-fascismo, el sionismo y el panturquismo, debemos ponerles la mano en el pecho y decirles ¡Basta!
Este es el momento de no dudar. Este es el momento de denunciarlos y enfrentarlos. Este es el momento de unirnos y comenzar a derrotarlos.
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