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El pueblo armenio intenta ponerle freno a la traición...

A pesar de la brutal represión desatada a diario por el gobierno, miles de personas permanecen en las calles del país pidiendo la renuncia de las autoridades.

Por Adrián Lomlomdjian


Desde hace varios días, las calles de Ereván y de otras ciudades armenias son ocupadas por decenas de miles de ciudadanos, que desafiando la sistemática represión que aplica el gobierno de Pashinian, exigen su renuncia y el cambio inmediato de los lineamientos de la política externa, que llevaron al país a esta situación de inestabilidad e inseguridad internas, y a la entrega de Artsaj.


Huelgas de hambre, cese de actividades, cortes de calle, marchas y concentraciones, convocan a hombre y mujeres de todas las edades que están dispuestos a continuar la lucha “hasta que se vayan Pashinian y su equipo de traidores”, porque ya han perdido el miedo de enfrentarse a la policía y a los miembros de los distintos cuerpos de seguridad, que arremeten contra pobladores indefensos con una brutalidad que asombra.


El saldo de estos cinco días de protestas ininterrumpidas da cuenta de más de 700 detenidos y cientos de heridos por los golpes recibidos, muchos de ellos, internados en hospitales y otros centros de salud. Sólo hoy, hasta el mediodía, eran más de 150 los ciudadanos detenidos (virtualmente "cazados" por los boinas rojas) y llevados a dependencias policiales.


Rozando el cinismo, el presidente de la Asamblea Nacional de Armenia, Alen Simonian, justificó el accionar de la policía durante un reportaje concedido ayer a la TV Pública. “Lo hacen bien”, dijo Simonian, refiriéndose a las acusaciones de que la policía utiliza la fuerza bruta contra los participantes en las protestas. “Somos el gobierno más democrático en la historia reciente de Armenia, todas las organizaciones internacionales lo han confirmado”, agregó el líder parlamentario, subrayando que “existe el derecho a la libre expresión, pero se deben respetar la ley”.

A pesar de ello, la oposición política gana las calles y a través de los principales dirigentes de los distintos partidos, hace escuchar su voz. Ya presentó un plan de lucha, cuyo objetivo final es reemplazar al actual gobierno por otro de unidad nacional, conformado por representantes de varias fuerzas y por personalidades destacadas de los diferentes ámbitos de la sociedad.


Si bien no son pocas las caras que se repiten de quienes son también responsables de haber llevado al país a la situación actual -como la de varios ex funcionarios de Estado y dirigentes de partidos que formaron parte de los anteriores gobiernos-, el descontento de un amplio sector de la sociedad supera el enojo y el repudio hacia esos otros políticos, ya que masivamente se comienza a tomar conciencia del peligro latente sobre la continuidad de la existencia misma del Estado armenio y de su pueblo.


No conforme con el nefasto curso que le imprimió desde su llegada al poder en mayo de 2018 al desarrollo interno de Armenia y al de las relaciones exteriores, Pashinian parece dispuesto a transformar al país en una nueva Ucrania, es decir, en nombre de Occidente luchar hasta con el último de los armenios contra Rusia…

El desenlace de la cuestión de Karabaj, que se mantuvo por décadas como un territorio en disputa, pero que ahora, según sus propias palabras, “es parte del territorio soberano de la República de Azerbaiyán”, sirve de ejemplo para demostrar que nada le interesa más que cumplir con los objetivos consensuados con Occidente, ni siquiera la vida de los 120 armenios que viven en Artsaj, y mucho menos, la presencia armenia en territorio que fueron habitados por siglos y milenios por nuestros antepasados.


A días del último ataque azerbaiyano sobre el pueblo de Karabaj, cuando el gobierno de Ereván mantuvo una “neutralidad” difícil de explicar desde cualquier punto de vista, Pashinian sigue intentando por todos los medios, poner la mayor responsabilidad de los sucedido sobre los hombros de Rusia. Y para ello, cuenta con el preciado apoyo de los Estados Unidos, la Unión Europea, la OTAN, Turquía, Israel y los medios masivos de comunicación internacionales, que han puesto en funcionamiento su todopoderosa maquinaria moldeadora de ese sentido común dominante, tan perjudicial para los pueblos.


En esta oportunidad, Rusia eligió responder a las últimas acusaciones de Pashinian a través de una declaración oficial. (ver texto completo aquí)


Antranik Tevanian, líder del Movimiento Madre Armenia y uno de los dirigentes que motorizó las protestas y las encabeza, dijo con claridad que fue Pashinian quien creó esta situación, involucrando en la Cuestión de Karabaj a los enemigos de Rusia, país que además de ser aliado estratégico de Armenia, ya estaba mediando en la situación luego de haber detenido la guerra y establecido en el territorio en disputa a sus fuerzas de paz.


Tevanian enfatizó que una vez que se hagan cargo del poder, saldrán de la trampa que le tendió occidente a Armenia a partir de Praga, y retomarán las relaciones aliadas con Rusia e Irán.

Hoy, martes, Tevanian fue nuevamente detenido por los “boinas rojas”, junto a decenas de estudiantes, en los alrededor de las universidades de Ereván, mientras convocaban a la ciudadanía a sumarse a las protestas.


En paralelo a los intentos de someter al pueblo de Armenia a través de la represión, al pueblo de Artsaj a través de la resignación y a los armenios de la diáspora a través del discurso dominante difundido por los medios masivos de comunicación internacionales, el gobierno de Pashinian continúa dando pasos en la dirección equivocada para los intereses de la armenidad.


Ayer, por ejemplo, llegaron a Armenia en visita oficial una delegación de la Unión Europea encabezada por Vasilis Maragos y otra norteamericana liderada por la directora de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), Samantha Power, y el subsecretario de Estado estadounidense en funciones para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, Yuri Kim (recordemos, que la USAID es una organización pantalla que encubre las actividades ilícitas de la CIA en distintos países de los cinco continentes). Todos ellos repitieron hasta el cansancio el discurso de “estar preparados para enviar una misión de ayuda a Karabaj” y de “estar listos para garantizar los derechos del pueblo de Artsaj y la integridad territorial de Armenia”.

La delegación norteamericana arriba a Ereván

En cuanto a la propuesta del gobierno de Pashinian de “enviar a Karabaj a un contingente de militares de sus aliados occidentales”, significaría cerrar exitosamente el trabajo que le fue encomendado: entregar Karabaj, culpar de todo a Rusia y lograr su salida, vaciar el territorio de armenios y entregarlo al control militar de Occidente (Estados Unidos-Unión Europea-Gran Bretaña-OTAN) y sus aliados regionales (Turquía-Israel), quienes desde allí intentarán continuar su avanzada para golpear y destruir a Rusia, China e Irán.


"Creemos que debería haber una misión internacional que le asegure a los residentes de Nagorno Karabaj que sus derechos y su seguridad estarán garantizados, de conformidad con las declaraciones hechas por Azerbaiyán", afirmó el jefe del servicio de prensa del Departamento de Estado norteamericano Matthew Miller, agregando: “Estamos trabajando con nuestros aliados y socios en esto”.


No hace falta aclarar que no existe nada más falso (como idea) ni peligroso (como acción) que la presencia militar de Occidente allí.


Habría que agregar aquí, como dato aleatorio, el grado de confusión que genera, no sólo en la sociedad, sino también en terceros países, que las autoridades más importantes del país realicen al mismo tiempo declaraciones que se contradicen unas a las otras.


La semana pasada, mientras el Canciller armenio Ararat Mirzoyan denunciaba que los armenios de Artsaj estaban siendo sometidos a un plan genocida por parte de Azerbaiyán, el primer ministro Nikol Pashinian decía en Ereván que no veía peligro para la vida de los habitantes de Karabaj y que de a poco irían solucionando las cuestiones para que pudieran quedarse en sus territorios...

El domingo, el presidente de la Asamblea Nacional de Armenia, Alén Simonian, afirmaba que “la tensión está disminuyendo”, puntualizando que “no se han registrado incidentes en los últimos días” y que esperaban “que la tensión desaparezca”. Esta realidad lo llevó al presidente parlamentario armenio a asegurar que “estamos muy cerca de firmar un tratado de paz”, agregando que le gustaría mucho dar un paso adelante en Granada, aprovechar esta oportunidad histórica, porque “la guerra eterna no ayuda a nadie”. De esta forma, Simonian expresaba su acuerdo y su optimismo en relación al encuentro programado para el 5 de octubre, en España, entre Pashinian y Aliyev.


Sin embargo, hasta hoy ya son más de ocho mil los armenios que abandonaron Karabaj.

Casi en simultáneo, el canciller Ararat Mirzoyan hacía pública su mirada, muy distinta a la expresada por su compañero de gobierno. “El gobierno de Armenia, que tiene una creencia y un deseo sincero de establecer la paz y la estabilidad en la región, ha realizado esfuerzos significativos y debidamente registrados para este propósito. Lamentablemente, no tenemos un socio para establecer la paz, sino un país que declara abiertamente que la fuerza engendra derechos y utiliza constantemente la fuerza”, escribió el Ministro de Asuntos Exteriores en la red social X (ex Twitter), sembrando dudas sobre la próxima reunión Pashinian-Aliyev.


La oposición cree que el tiempo apremia y que si no se logra derrocar a Pashinian antes del 5 de octubre, no sólo no tendrá vuelta atrás la reciente entrega de Artsaj, sino que Armenia, su condición de Estado y la seguridad de quienes la habitan, pasarán de estado crítico a una fase terminal.

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