El teniente general Eduard Asrian visitó el Centro de mando europeo de los Estados Unidos
En Stuttgart, Alemania, se reunieron el jefe del Estado Mayor armenio, Eduard Asrian, y el subcomandante del Comando Europeo de los Estados Unidos, teniente general Stephen Basham.
Por Adrián Lomlomdjian
La información oficial difundida por el Ministerio de Defensa de Armenia dice que “por invitación del Comando Europeo de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, entre los días 1 y 3 de noviembre el Primer Viceministro de Defensa de la República de Armenia, Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Teniente General Eduard Asrian, visitó la sede del Comando Europeo de Estados Unidos en Stuttgart, Alemania”.
El Ministerio de Defensa armenio destaca que “el 3 de noviembre se celebró una reunión con el subcomandante del Comando Europeo de Estados Unidos, el teniente general Stephen Bashamy” y “se discutieron cuestiones relacionadas con el desarrollo de la cooperación militar entre Armenia y Estados Unidos”. Allí, “el Teniente General Edward Asrian presentó detalles de las reformas que se están llevando a cabo en las Fuerzas Armadas de la República de Armenia y habló del apoyo que se espera de Estados Unidos para su implementación”.
Por su parte, “el teniente general Stephen Basham expresó la disposición de Estados Unidos a continuar facilitando los programas de cooperación en curso, así como a iniciar nuevas áreas de cooperación en las siguientes áreas: profesionalización de las fuerzas armadas, fortalecimiento de los suboficiales profesionales, modernización del comando y sistema de control, mantenimiento de la paz, medicina militar, educación militar y entrenamiento de combate, ejercicios y otros.
También se discutieron cuestiones de seguridad regional”.
La delegación de militares armenios también visitó el Joint Multinational Readiness Center (JMRC) y la Academia de Suboficiales de Hohenfels.
Esta visita, las reuniones y los acuerdos no son sorpresa para nadie, ya que tiene que es parte de la nada disimulada política pro-occidental adoptada por el actual gobierno encabezado por Pashinian, quien decidió llevar adelante el proyecto elaborado por Washington y Bruselas, que puso a Armenia al borde de su desintegración nacional y que tiene en la entrega de Artsaj a Azerbaiyán, uno de sus hitos más nefastos.
La retórica anti-rusa, que ya existía en estos sectores pero que a partir de 2018 se transformó en política de Estado, dejó al país y su pueblo casi en condiciones totales de indefensión y a la merced del apetito del tándem Aliyev-Erdogan.
La destrucción de la arquitectura de defensa y seguridad que Armenia supo construir en el período soviético -con continuidad hasta 2018-, transformó a los aliados y amigos en enemigos sin lograr reemplazarlos por otros actores (en este caso Estados Unidos, Unión Europea, OTAN), que sólo han sabido demostrar su solidaridad con el pueblo armenio a través de palabras y resoluciones que mueren en el papel, continuando con su alianza estratégica con Azerbaiyán y Turquía, más allá de una retórica que a veces confunde a algunos.
De seguir con esta dinámica, poco queda para que Pashinian y sus laderos comiencen una campaña nacional para el retiro de la Base Militar Rusa de la frontera armenio-turca, donde está emplazada desde hace más de ciento veinte años.
Queda saber por qué la Rusia de Putin, que aún goza de un fuerte grado de simpatía en sectores mayoritarios de la sociedad armenia, se mantiene en una posición casi que de resignación ante la avanzada occidental en Transcaucasia.
Porque si bien hoy resulta difícil romper los multifacéticos lazos que unen a los Estados y pueblos armenio y ruso, la retórica agresiva oficial -que es permanente-, sumado a la orientación europeísta dominante en los círculos universitarios y académicos y al trabajo diario de cientos de organizaciones no gubernamentales financiadas por Estados Unidos y la Unión Europea, terminarán en un par de años moldeando esa sociedad con sentido común antipatriótico y occidentalista, que les permitirá terminar con el proyecto de sumisión y asimilación iniciado a partir de la desintegración de la Unión Soviética y la restauración capitalista en el país.
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