Estamos a tiempo
En Armenia y en cada rincón del mundo, los armenios tenemos que contribuir y lograr detener este proceso de desintegración nacional, que lleva adelante el gobierno de Pashinian. Hoy, Armenia está casi sola. Como en 1917-1920, Occidente la alejó de Rusia, y después le soltó la mano. Y del otro lado de la frontera sigue estando el fascismo turco al acecho.
Por Adrián Lomlomdjian
Ayer, aviones F-16 de la Fuerza Aérea turca llegaron a Azerbaiyán para participar en ejercicios militares conjuntos turco-azerbaiyanos, según lo informado por el servicio de prensa del Ministerio de Defensa de Azerbaiyán.
Según el informe, para la próxima semana están previstos ejercicios en los que participarán unidades de las fuerzas terrestres, de misiles y de artillería, así como de la aviación. En los ejercicios conjuntos, "el énfasis principal estará en la coordinación de la interacción en combate de las tropas, la mejora del mando y control, el intercambio de experiencias y el aumento de la profesionalidad del personal".
Como es fácil de apreciar, Bakú avanza en estrechar y fortalecer sus relaciones militares con Turquía e Israel -sus principales aliados-, sin generar provocaciones que le hagan ganar la enemistad de ningún otro “socio” internacional.
Armenia, lejos de recuperar una política exterior basada en una diplomacia seria, realista, respetuosa y defensora de los intereses nacionales, sigue avanzando por el camino de enemistarse con su aliado estratégico -Rusia- y con sus aliados militares -OTSC-, sin siquiera haber logrado establecer algún tipo de compromiso favorable o amigable con cualquier país, que reemplace “en parte” algo de “todo aquello” que Pashinian y su gobierno afirman que “sus aliados no cumplen”.
La soledad de Armenia a escala internacional preocupa y asusta. Por que más allá de que algún que otro gobierno occidental, funcionario estadounidense-europeo, o Naciones Unidas declaren públicamente su solidaridad y se apiaden de los armenios de Artsaj o de la situación concreta de Armenia, nadie hará nada más. Incluso, en caso de que el tándem Aliyev-Erdogan decida obtener por la fuerza el denominado “Corredor de Zanguezur”, parte de la región recuperada por el gobierno de Armenia Soviética encabezado por Alexander Miasnikian, que posteriormente la Unión Soviética decidió anexar al territorio soberano de la RSS de Armenia (junto a las regiones de Lorí y Alexandropol), lo que permitió que la primera república de 9 mil kilómetros cuadrados nacida el 28 de mayo de 1918 se transformara en República Socialista Soviética de Armenia de casi 29 mil kilómetros cuadrados.
Este año, Pashinian negó la posibilidad de que en Armenia se realizarán los ejercicios militares conjuntos de la OTSC y también decidió que los militares armenios no participaran de ningún ejercicio militar de la organización que integra junto a otras repúblicas ex-soviéticas. Sin embargo, y como un gesto claramente provocativo para con sus aliados, realizó en territorio armenio ejercicios militares conjuntos con un centenar de militares estadounidenses.
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, que durante su reunión de ayer con el subsecretario de Estado adjunto de los Estados Unidos, Joshua Hack, confirmó su disposición a normalizar las relaciones con Armenia, a continuar las negociaciones y a concluir un tratado de paz lo antes posible, sigue preparándose para la guerra y, además, sigue haciendo gala de una política diplomática que además de fortalecer la posición internacional de su país, aisla cada vez más a Armenia.
Pero no todo está perdido, más allá de que sea difícil hoy encontrar un resquicio de luz en el oscuro túnel por el que atraviesa la armenidad. Al menos, en lo que a nosotros respecta, podemos colaborar en varios frentes y hacerlo bien.
Desde la ayuda humanitaria para los refugiados de Artsaj -tratando de que permanezcan en Armenia y no continúen viaje hacia otros países-, hasta el fortalecimiento de nuestras instituciones y de su accionar en favor de los intereses del pueblo y el Estado armenios, pasando por nuestra solidaridad activa con los pueblos que luchan contra los enemigos de nuestros derechos nacionales y sociales -el panturquismo, el sionismo, el imperialismo y el fascismo-, es mucho lo que hacemos, pero también es mucho lo que nos queda por hacer.
No callarnos, escucharnos, debatir, reflexionar, buscar y construir proyectos comunes, ser respetuosos de la diversidad, conocer la historia tal como es y no repetir falsedades ni tergiversaciones que forman parte de la práctica política de los sectores dominantes a escala internacional y de sus aliados internos, nos permitirá hacer a un lado los relatos fantasiosos que fueron transmitidos de generación en generación, para poder definir qué somos, qué queremos y con quiénes, teniendo los pies sobre la tierra, conociendo el espacio que nos rodea y sabiendo el mundo que habitamos.
Estamos a tiempo.
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