Historia del Palacio de la Juventud que ya no está
Fue uno de los símbolos de la capital armenia. Este centro cultural, deportivo y social fue demolido en la Tercera República.
Por Adrián Lomlomdjian
Ideado por los arquitectos Artur Tarjanian, Spartak Jachikian y Hrach Poghosian, en abril de 1979 se inauguraba el Palacio de la Juventud (Ieritasartakán Balad), que se tranformaría en uno de los símbolos arquitectónicos de la Armenia Soviética. Aún hoy, cuando en el mundo se habla del modernismo soviético en las edificaciones, aparece en la lista el “Ieritasartakán Balad”, orgullo de los armenios, que fue víctima del odio irracional, del revanchismo y del proceso de saqueo de los bienes estatales llevado adelante por quienes hoy constituyen la oligarquía y la burguesía de Armenia.
Pero vayamos a los lindo de esta historia, que se inicia a principios de los años 70, cuando el gobierno de la Unión Soviética decide construir Palacios de la Juventud en cada una de las capitales de las quince repúblicas soviéticas. El objetivo era tener espacios acordes para que los jóvenes de cada ciudad puedan desarrollar allí parte de sus actividades culturales, artísticas, deportivas, políticas, de esparcimiento, y que también que fueran verdaderos hogares para la recepción de jóvenes de otras ciudades de la URSS o de países extranjeros.
Por aquellos años, el secretario de la Juventud Comunista de Armenia era Stepán Boghosian, quien decidió convocar a los arquitectos para contarles la decisión y comenzar a trabajar la idea, nada sencilla, ya que ese verdadero palacio juvenil debía cumplir, ante todo, con una característica muy particular: debía ser visible desde distintos puntos de la ciudad.
Luego de mucho buscar se encontró el lugar, allí donde fue construido, camino al Parque de la Victoria, cercano a las universidades, institutos terciarios y residencias estudiantiles, es decir, en medio del ir y venir cotidiano de decenas de miles de jóvenes. Claro que además había que cumplir con otros requisitos: debía tener habitaciones con todo el confort necesario para recibir a los jóvenes que allí se hospedarían, pileta de natación, cine y teatro, oficinas, salas para conferencias, gimnasio, restaurante, café, salón de fiesta para casamientos y discoteca.
La construcción duró varios años y fue haciéndose por etapas, tal cual fue pensado y diseñado. Y en su último piso se construyó el café-bar giratorio, que permitía a los parroquianos contemplar la inigualable ciudad capital armenia mientras se saboreaba un rico café y se charlaba con amigos. Una experiencia única, que quien escribe esta nota pudo disfrutar en varias oportunidades, una de ellas con mi compañero y hermano de la vida, Alejandro Budano Serverian.
Durante los primeros años era tal el furor que había provocado la existencia del bar giratorio en el último piso, el 18, que la gente debía reservar lugar con semanas de anticipación para poder, al menos una vez, darse el gusto de ver Ereván de una manera muy singular.
Ya, para mediados de los años 80, el Palacio de la Juventud estaba completamente terminado y habilitados todos sus espacios. Fueron varios años en los cuales una parte importante de la historia de la juventud se vio emparentada con el Palacio, ya que ahí se realizaban festivales de rock, encuentros culturales, jornadas internacionales de cine y teatro, actividades entre jóvenes de distintas nacionales, competencias deportivas. Miles de ciudadanos armenios también conocieron el Palacio de la Juventud gracias a las fiestas de casamiento que se realizaban en su salón de fiestas. El Palacio de la Juventud no era otra cosa que sinónimo de felicidad, alegría, de buenos momentos.
Pero hubo 1990. Y el proceso de restauración capitalista hizo del “vale todo” su máxima y mejor expresión, ya que los grupos mafiosos que se fueron conformando a la sombra de la lucha por destruir la URSS y acabar con el socialismo, comenzaron a adueñarse de todo aquello que era propiedad de toda la sociedad.
Venta de terrenos y demolición
Oficialmente consta en la Intendencia de Ereván el “Permiso de Demolición N° 40 del 20 de Octubre de 2005”, que autorizaba tirar abajo el Palacio de la Juventud, que según esos papeles, estaba emplazado en terrenos que son propiedad de la compañía “Avangard Motors”. Luego aparece en escena el empresario Edik Avetisian –a la vez, funcionario del Estado-, quien decidió demoler el Palacio de la Juventud, porque tenía un “grandioso proyecto” para construir allí un complejo con hotel, casino, centro comercial, etc.
A pesar de las masivas protestas populares, ya sea de ciudadanos particulares, como de organizaciones políticas, sociales y de profesionales, la decisión ya estaba tomada y la intendencia capitalina junto al empresario siguieron adelante con sus planes.
El 8 de octubre de 2009 se llamó a concurso internacional de proyectos, que se recibieron hasta el 15 de enero de 2010. Más de mil profesionales de 60 países -Armenia, Rusia, Estados Unidos, Francia, España, Italia, Alemania, entre otros- presentaron sus proyectos individuales y colectivos. En una primera etapa, de entre los casi 300 proyectos fueron seleccionados 6 y luego quedaron 4. Finalmente resultó ganador el proyecto presentado por el Estudio de Arquitecto Arai, de Japón, propiedad del arquitecto Kiokazu Arai, quien propuso la construcción del complejo “Intercontinental Armenia”, que sería parte de la cadena mundial de hoteles del mismo nombre. El complejo incluía un hotel, viviendas, oficinas, centro comercial y espacios verdes. La obra duraría unos 3-4 años y se haría una inversión de 200 millones de dólares.
Sin embargo, pasaron los años y nada nuevo se construyó. El 23 de agosto de 2014, el entonces ministro de Obras Públicas, Narek Sarkisian, informaba que “la empresa ganadora de la licitación para la construcción de un nuevo edificio donde estaba el Palacio de la Juventud tiene serios problemas financieros”.
“Este es un proyecto muy grande, que incluye un complejo hotelero y que requiere de mucho dinero. Resulta que el proyecto fue aprobado, ganó la licitación y ahora no tienen para financiarlo”, dijo el funcionario, quien recordó que a él no le había gustado el proyecto ni como funcionario ni como profesional. Por su parte, Mgrdich Minasian, Presidente de la Unión de Arquitectos de Armenia, no sólo coincidía con el ministro en cuanto al nuevo proyecto, sino que en su momento había declarado que el Palacio de la Juventud estaba en buenas condiciones y no había necesidad de demolerlo.
Pero recién en 2019 comenzamos a enterarnos parte de la verdad de esta historia dolorosa, particularmente para los ierevantsí, que vieron cómo con total impunidad destruían uno de sus orgullos arquitectónicos y uno de los lugares relacionados a los buenos momentos vividos. En septiembre, los medios de prensa de Armenia se hacían eco de la causa judicial abierta por irregularidades cometidas en la venta de los terrenos y la demolición del Palacio de la Juventud, en las que está involucrado uno de los ex intendentes de Ereván, Yervand Zakharian.
El delito data de marzo de 2008 y tiene que ver con un permiso otorgado por el entonces intendente para vender un espacio verde de 10.000 m² del Parque de la Victoria (donde se encuentra el Monumento a la Madre Armenia y el Museo de la Victoria sobre el fascismo) por un monto -en ese entonces- de 164.760.000 de trams, algo así como 16.476 trams por metro cuadrado (35 dólares). Es decir, el Estado Municipal recibió por la venta de esos terrenos estratégicos la irrisoria suma de 330 mil dólares. En esos terrenos se encontraba emplazado el Palacio de la Juventud.
¿A quién se le vendió? A la empresa Golden Palace Hotel, que en esos años era propiedad de Avetisian, Jefe de la Dirección de Aduanas.
Posteriormente, la empresa recibió de uno de los Bancos que funciona en el país un crédito de 2 millones 800 mil dólares, que con el correr de los años fue sumando nuevas cifras hasta llegar a los 25 millones de dólares. Hagamos cuentas. Pagaron 400 mil dólares y recibieron a cambio 25 millones de la moneda estadounidense. Y además, demolieron el Palacio de la Juventud.
El Servicio Especial de Investigaciones informó que "los datos obtenidos durante la investigación preliminar permiten sospechar sobre la existencia de un presunto delito con abuso de poder por parte del ex alcalde de Ereván, cuyo acto causó un daño significativo a los intereses legítimos de la comunidad de Ereván”.
Ya nada será igual
Uno de los arquitectos, Hrach Poghosian, dolido por la demolición de lo que considera “propiedad del pueblo armenio”, dijo que en la época soviética “cuando se decidía demoler algo debía estar presentado el proyecto de lo que iba a reemplazarlo con todo los datos sobre recursos, inicio y finalización de obra”.
Poghosian narró algunos detalles de lo sucedido: “Vendieron todo por el valor de un departamento, hicieron lo que quisieron”, dijo visiblemente molesto en uno de los reportajes televisivos, donde también contó: “Me llamaron y me preguntaron qué hacer. Les dije que no hacía falta demolerlo, que estaba en buenas condiciones, incluso avanzamos en qué había que remodelar, como por ejemplo, de cada dos habitaciones hacer una más grande. A los pocos día de presentarles el proyecto, veo que comenzaron a demolerlo”.
Anahid, hija del arquitecto Artur Tarjanian –junto a Poghosian y Jachikian autor del proyecto del Palacio-, dijo que para hacer hoy una construcción parecida “se necesitarían al menos 45 millones de dólares”. Y también aclaró que en su momento “el Palacio de la Juventud fue privatizado a un precio irrisorio con la condición de que se hicieran inversiones. Y nada se hizo, pero el acuerdo no pierde vigencia, el Estado debe intimarlos a cumplir y si no lo hacen, debe expropiarles el terreno”.
Más acá en el tiempo, el 12 de mayo de este año, el diario “Past” publica una nota sobre el Palacio de la Juventud. Allí, la arquitecta Anahid Tarjanian cuenta que en 2019 se lanzó una iniciativa cívica para restaurar el Palacio de la Juventud, que incluía representantes de distintos sectores de la sociedad, y se tomó la decisión de tratar el tema de forma permanente. Por ello, hace pocas semanas se presentó un modelo tridimensional de la restauración del Palacio de la Juventud, cuyo autor es el estudio de arquitectura "A3 Architects".
"La reunión del verano pasado fue seguida por una investigación, y finalmente llegamos a la conclusión de que el Palacio de la Juventud debería restaurarse tal como estaba. También escribimos una carta al gobierno y al Comité Estatal de Administración de la Propiedad. Allí presentamos los fundamentos legales que deberían estudiarse, porque el contrato bajo el cual se privatizó el Palacio de la Juventud no se cumplió y hubo muchas violaciones del mismo. Mientras tanto, creamos un modelo tridimensional de restauración”, dijo la arquitecta Tarjanian.
Cuenta que cuando se realizó la apertura del Museo del Modernismo Armenio, un gran grupo de arquitectos de Suiza llegó a Armenia. Cuando vieron las fotos del Palacio de la Juventud en el museo, dijeron: “Destruir el Palacio de la Juventud equivaldría a demoler la Torre Eiffel”.
Seguramente, recorriendo las distintas ciudades y poblados, y dialogando con sus habitantes, los arquitectos suizos habrán comprendido que no sólo demolieron el Palacio de la Juventud, sino que destruyeron un país entero, provocaron un proceso de emigración masiva de más de un millón de personas y condenaron a la mayoría de la población a sobrevivir en la pobreza y la desocupación.
A cien años del 29 de noviembre de 1920, una vez más es el socialismo la única garantía para el renacimiento nacional y social del pueblo armenio y para la seguridad de la República de Armenia.
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