Historias de corrupción, negligencia y traiciones, detrás de la tragedia de Beirut
Con el correr de las horas crecen las dudas sobre "quién o quiénes están detrás de las explosiones", pero queda clara la inoperancia de los sucesivos gobiernos libaneses.
Por Adrián Lomlomdjian
Quiero empezar este nuevo artículo dedicado a la tragedia vivida por los habitantes de Beirut y sus alrededores, expresando públicamente mi repudio hacia la mayoría de las distintas personalidades públicas y privadas de decenas de países de los cinco continentes –presidentes, ministros, diputados, militares, empresarios, etc.-, que hicieron llegar sus condolencias a las autoridades libanesas y manifestaron su dolor ante lo sucedido.
¡Son cínicos e hipócritas! Porque lo único que hacen a diario es enemistar pueblos, producir guerras, explotar y oprimir a millones de seres humanos, saquear y expoliar las riquezas de las naciones, destruir el medio ambiente, desestabilizar gobiernos, y todos los actos delictivos y criminales que podamos imaginar, incluidos aquellos que legitiman a través de gobiernos y parlamentos que trabajan para ellos y para proteger sus intereses.
Dicho esto, podemos asegurar que el 4 de agosto de 2020, a las 18.07, hora local, la vida de los beirutsí (como decimos los armenios) dio un vuelco inesperado.
El gobierno había otorgado 48 horas –martes y miércoles- para que la gente saliera con libertad y hoy, jueves, reiniciaba la cuarentena obligatoria. Por lo tanto, el martes a las 18 horas, Beirut era un hervidero de gente comprando, paseando, visitando familiares y amigos, disfrutando del verano… Hasta que las explosiones lo cambiaron todo.
Más de 300 mil personas se encuentran sin techo, ya que sus casas fueron totalmente destruidas, severamente dañadas o perdieron casi todo lo que había en su interior. A hoy, jueves 6, los daños, que primero rondaban los 5 mil millones, ya se calculan en una cifra cercana a los 10.000 millones de dólares, que podrán convertirse en más con el correr de los días. Los muertos ya son 157 y los heridos más de cinco mil personas. Un vocero del Ministerio de Salud libanés declaró a la prensa que aún hay decenas de personas desaparecidas.
El Partido Comunista del Líbano afirma que “la tragedia de la explosión no fue un desastre natural, sino que fue el resultado de la mala gestión, la corrupción y la inactividad en el puerto de Beirut”, tal como lo demuestran las investigaciones preliminares. El PC manifiesta sus dudas de que el Comité de Investigación creado por el gobierno se contente con responsabilizar de la negligencia a algunos funcionarios menores y empleados, pasando por alto la culpabilidad de la autoridad política y ejecutiva del país desde 2013 hasta la fecha.
“¿La responsabilidad de esta negligencia criminal se limita a algunos empleados, o afecta verdaderamente a la cima de la pirámide que ocupan ministros y funcionarios de gobierno?”, se pregunta en la declaración emitida por los comunistas, que en otro párrafo destacan que “lamentablemente, los sucesivos gobiernos desde hace treinta años, pertenecen a un sistema autoritario y a una misma clase, más allá de las diferencias entre ellos a la hora del repartirse el botín. Esos gobiernos llevaron al Líbano a sucesivos desastres, desde el colapso financiero y económico, hasta los altos índices actuales de pobreza y desempleo, y ahora, a la catástrofe de la devastación resultante de las explosiones”.
Tanto para los libaneses, como para el resto del mundo, la certeza de que los daños fueron provocados por la explosión de al menos 2.750 toneladas de nitrato de amonio, que estaban mal almacenadas en depósitos del puerto, no constituye una respuesta definitiva a los numerosos interrogantes que rápidamente aparecieron, tras esta tragedia en una de las regiones más convulsionadas del planeta.
El 4 de agosto, el mismo día de las explosiones en Beirut, la agencia EFE difundía la noticia de que “el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, advirtió hoy a la milicia chií libanesa Hezbolá, de que ‘hará todo lo necesario para defenderse’, después de dos semanas de tensión en la frontera norte por un intento de infiltración en el linde con Líbano y un incidente el domingo en la zona de seguridad con Siria”.
Previamente, el 27 de julio, la misma agencia EFE informaba sobre incidentes en la frontera entre Líbano e Israel: “El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, advirtió hoy a la milicia chií libanesa Hezbolá de que ‘está jugando con fuego’, tras el incidente de esta tarde en la frontera por un intento de infiltración que el grupo negó poco después. Israel abrió fuego contra lo que aseguró que era un ‘comando del grupo terrorista Hezbolá’ que intentaba entrar en el país y que este respondió con disparos, lo que activó la alerta de seguridad en la zona fronteriza”.
El 30 de julio, el sitio web israelí Aurora, informaba que “el ministro de Defensa y primer ministro alternativo, Benny Gantz, ordenó a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) preparar una respuesta contra el Líbano, en caso de que el grupo terrorista libanés pro-iraní Hezbolá dañe a soldados o ciudadanos israelíes”. Y en el párrafo siguiente subrayaba que “una alta fuente del establishment de defensa le dijo al diario Israel Hayom que, las FDI recibieron orden de destruir la infraestructura del Líbano en caso de un ataque de Hezbolá sobre Israel”.
Luego de las explosiones, el ministro israelí Gaby Ashkenazi, declaraba que ellos, el estado sionista, no tenían nada que ver con lo ocurrido y señalaba que “probablemente es un accidente”. Pero un ex diputado israelí expresaba su alegría por la explosión masiva de Beirut y la describía como un “regalo” de Dios para una fiesta judía. “Hoy es Tu B'Av (una fiesta judía), un día de alegría, y un verdadero y enorme agradecimiento a Dios y a todos los genios y héroes realmente (...) que nos organizaron esta maravillosa celebración en honor al día del amor (…), al marcar las vacaciones de Tu B'Av, tenemos un fantástico espectáculo de fuegos artificiales en el puerto de Beirut”, dijo Moshe Feiglin, líder del partido político de extrema derecha Zehut, en su cuenta de Facebook.
“Tenemos una muy buena relación con la gente del Líbano y estaremos allí para ayudar. Parece un ataque terrible”, fue lo primero que declaró el presidente de la principal potencia militar y genocida del planeta, Donald Trump.
“Me reuní con algunos de nuestros grandes generales y parecen sentir que no se trata de una especie de evento de explosión de fabricación... Parecen pensar que fue un ataque. Fue una bomba de algún tipo”, decía el jefe de la Casa Blanca, sin presentar evidencias y llamándose a silencio luego de esos dichos.
Aunque se desconoce la causa principal que produjo las fatídicas explosiones, algunos estudiosos de la geopolítica e investigadores apuntan el dedo acusador hacia Estados Unidos e Israel, que podrían ser los mayores beneficiados con esta catástrofe.
Seyed Reza Sadr al-Hosein, experto en asuntos de Asia Occidental, comentó en un artículo publicado este miércoles por el diario persa Mashregh News, que “además de la causa del accidente, que se examinará definitivamente desde diferentes ángulos, lo más importante son los beneficiarios de este siniestro, aquellos que trataron durante el último año de crear caos en este país bajo el yugo del triángulo israelí-saudí-estadounidense”.
Después de enterarnos de todo esto (y hay más…), ¿es irreal creer que el gobierno sionista puede estar detrás de las explosiones que causaron tanta destrucción y muerte en Beirut?
Israel, Estados Unidos, Arabia Saudita, los sucesivos gobiernos libaneses y sus alianzas –casi siempre, contrarias a los intereses del pueblo-, Hezbolá, los nacionalismos y fundamentalismos que dicen enfrentar al invasor sionista e imperialista, pero que terminan siendo sus aliados en la destrucción y el saqueo… ¡Capitalismo! Sí, simple y sencillamente ¡ca-pi-ta-lis-mo!
Esta es la situación. Y si bien, en voz muy baja, a la par de la negligencia de las autoridades locales la mayoría de la opinión pública pone como valedera la presencia de un actor –enemigo- extranjero en eso de “prender el fosforito” (dicho en criollo), nada se puede aseverar por ahora.
Sólo, por ahora…
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