La venganza contra los revolucionarios de mayo de 1920
Una vez finalizada la Sublevación, el gobierno reprimió, encarceló y asesinó a los comunistas que se rebelaron contra el sistema.
Por Adrian Lomlomdjian
Durante la Sublevación popular de Mayo de 1920, los revolucionarios y comunistas armenios no realizaron fusilamientos ni tomaron otras medidas represivas contra las autoridades locales, militares y militantes de Federación Revolucionaria Armenia - Tashnagtsutiún (FRA) y sus partidos aliados.
Simón Vratzian, ex primer ministro de Armenia y dirigente de la FRA contó en su libro “República de Armenia” que los revolucionarios detuvieron a algunos altos mandos militares del Ejército en Alexandrapol (Leninakan - Guiumri) y Kars. Otros funcionarios fueron encarcelados por un día, pero no hubo ninguna acción de violencia contra los representantes del gobierno central.
No sólo porque las fuerzas tashnagtsagán se vieron superadas por las masas e imposibilitadas de accionar en inferioridad de condiciones, sino porque los sublevados tenían como único objetivo la revolución socialista y no la venganza a sus opositores. Ni siquiera los ocupantes extranjeros recibieron el maltrato de los revolucionarios.
Pero no fue igual la actitud adoptada por el tashnagtsutiún cuando retomó el control de la situación. Incluso, cuando ya habían logrado sofocar la Sublevación en su epicentro, Alexandropol, las unidades armadas del gobierno central –ejército y paramilitares/mauseristas- se manejaron con una crueldad manifiesta. Hicieron justicia por mano propia, encarcelaron, torturaron, asesinaron y fusilaron a cientos de comunistas a lo largo y ancho del país.
El Comité Militar Revolucionario (CMR) decidió terminar con la Sublevación y entregarse para que no corriera sangre, pero las fuerzas oficiales comandadas por Sebuh entraron el 14 de mayo a Alexandropol y empezaron una verdadera caza de revolucionarios. “…La sangre de los comunistas y los trabajadores corría por las calles de Alexandrapol. Los jóvenes comunistas eran fusilados sin juicio alguno en las calles y los pasillos de los edificios”, registró uno de los documentos del archivo de la filial armenia del PCUS.
Este documento detalló que "los fusilados y asesinados a sangre fría fueron varias decenas y los encarcelados más de un centenar", entre ellos S. Musaelian, Egor Sevian, Boghdán Gharibchanian, A. Shavoyan, S. Galoyan, R. Safarian y H. Hovakimian.
En Kars, las fuerzas militares progubernamentales rodearon la ciudad. Los revolucionarios intentaron quebrar el asedio, pero sólo lo logró la brigada liderada por el joven comunista Jukas Jukasian, que con 21 años era uno de los líderes del Partido Comunista de Armenia.
Jukasian y sus camaradas empezaron a viajar hacia Alexadrapol, pero 18 kilómetros antes de llegar a destino fueron rodeados por los mauseristas, que los triplicaban en cantidad y en poder de fuego. El líder comunista fue herido de bala y después, asesinado de un sablazo por uno de los criminales a sueldo del gobierno. Junto a él, murieron Petia Dzavrakovi, Khrisdovski, Surén Dzarukian, Kerop Jachatrian, Hovannés Manukian y Kurkén Duzdjakatian, entre otros.
Mientras tanto, en la prisión de Kars mataron a los revolucionarios Vasil Radinov, Kurkén Ter Krikorian, Kinos Mkrtichian y Mkrtich Jachatrian. En Sarighamish, las fuerzas del gobierno arrestaron a cientos de sublevados -muchos de ellos soldados- y fusilaron a Antranik Chujurian, Pavel Kujmalaikin, Samvel Voskanian y Piotr Matichkoi, entre otros. También en Nor Bayazet fueron asesinados varios revolucionarios, como Sarujanian que gritó antes de morir: “Nos meceremos en la horca, pero no traicionamos la revolución”.
"Recuérdenlo bien, la revolución no morirá. Los obreros y campesinos de Armenia se convertirán en dueños del poder", dijo Alaverdian en la cárcel en Ereván.
En Tilichán, fusilaron a los revolucionarios Enok Mkrtumian, Setrak Hagopchanian, Vasili Alekseev y Vaghinak Hovsepian, entre otros. En junio de 1920, antes de ser fusilado, Mkrtumian dejó un mensaje escrito: “En estos 11 días, mientras espero mi fusilamiento, minuto a minuto aparecen ante mi las imágenes de mi vida y de los últimos acontecimientos. En ningún momento sentí arrepentimiento ni miedo, estoy tranquilo, y así espero a la muerte”.
Durante la madrugada del 14 de agosto en la cárcel de Ereván, sacaron de la celda a los comunistas Alaverdian, Musaelian y B. Gharibchanian, después de dos días en los que sus camaradas habían logrado impedir el ingreso de las fuerzas de seguridad para llevárselos. Testigos de aquella situación en la prisión de Ereván dieron testimonio de la valentía de los militantes comunistas encarcelados para defender a tres de sus principales dirigentes. Las fuerzas represivas habían aglutinado a más de 70 hombres entre guardiacárceles, policías y mauseristas, para reprimir la sublevación, estando dispuestos a producir un baño de sangre, que fue frenado por el propio Alaverdian. Él convenció a sus camaradas que permitieran que se entregara y así evitar otras muertes.
En el libro “Sublevación de Mayo 1920-1930”, uno de los comunistas apresados, Mushegh Aghayan, explicó: “Dirigiéndose a nosotros, Alaverdian nos dijo: 'Camaradas, estoy convencido que ustedes estaban dispuestos a dar sus vidas por nosotros. A mí, con eso me alcanza. Ahora puedo ir tranquilo hacia la muerte, convencido que la tarea revolucionaria queda en manos de comunistas leales y sin intereses personales. Esa certeza inspira entusiasmo y me da alas'. Luego, dándose vuelta hacia sus verdugos, expresó: 'Recuérdenlo bien, la revolución no morirá. Los obreros y campesinos de Armenia se convertirán en dueños del poder... No crean que sus crímenes quedarán impunes…¡Viva el Partido Comunista de Armenia!'”.
En otro párrafo, Aghayan contó: "Detrás de Alaverdian, salió Musaelian y dijo: 'No soy de aquellos que le tienen miedo a la muerte, si quieren, mátenme aquí mismo. Pero ustedes no podrán detener lo inevitable. Armenia será libre y socialista, y nuestra lucha no morirá'". El camarada Gharibchanian salió y expresó: “La tierra de Armenia se teñirá con nuestra sangre y se convertirá en roja. No olviden mis palabras, Armenia será soviética. ¡Viva la Armenia Soviética!”.
Por la tarde, las autoridades siguieron con los fusilamientos. El primer nombre que dieron fue el de Vartán Guevorguian. “Iré hacia la muerte con una sonrisa en el rostro, sin miedo”, fueron sus palabras de despedida. A los quince minutos volvieron y llamaron a Armenak Galstian, después a Levón Hovannesian, un chofer de Kars, y después a Alexander Cheshmekian. Iban a seguir, pero la presión del gobierno de la Rusia Soviética ya se hacía incontenible para el gobierno tashnag. Si bien finalizó allí con los fusilamientos, no lo hizo con la política represiva que venía aplicando, ni tampoco frenó el accionar criminal de los mauseristas (diario “Khorhrtaín Haiastán” N° 184 del 14 de agosto de 1925).
Otra de las medidas represivas tomadas por los entonces gobernantes de Armenia fue el destierro. Hacia una isla en el Lago Seván fueron llevados 27 revolucionarios (14 de Ereván y 13 de Nor Bayazet). Allí tuvieron que soportar casi dos meses de aislamiento, hasta que fueron trasladados a otras prisiones.
Sin contar las muertes sufridas por el movimiento revolucionario durante la criminal represión desatada por las autoridades armenias para sofocar la sublevación popular y armada de Mayo de 1920, el Partido Comunista de Armenia (PC) sufrió también el encarcelamiento, fusilamiento y destierro de más de 300 de sus máximos dirigentes partidarios -obreros, campesinos y militares-. La principal fuerza revolucionaria del país quedaba seriamente herida.
Sin embargo, quienes sobrevivieron a la persecución, la cárcel y la represión constante, lograron reunificar fuerzas, reestructurar, reorganizar al PC y llegar a la victoria del 29 de Noviembre de 1920, que significó el establecimiento del poder soviético en Armenia y el inicio del proceso de construcción de la nueva sociedad socialista.
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