Lo que Armenia Soviética logró hacer realidad
Lejos de las mentiras que algunos aún tratan de imponer, las siete décadas de Armenia Soviética significaron un verdadero período de renacimiento nacional y social del pueblo armenio.
Por Adrián Lomlomdjian
Lamentablemente, el antisovietismo militante y dominante en ciertos sectores de la humanidad desde el nacimiento mismo del primer Estado de obreros y campesinos, logró influenciar durante décadas a algunos sectores de la armenidad -en Armenia y en la diáspora, en general-, y en los últimos 30 años, también se vio alimentado y alentado desde las estructuras estatales y oficiales de la República de Armenia.
A partir de la desintegración de la Unión Soviética y de la restauración capitalista en Armenia, sectores nacionalistas y anticomunistas ocuparon la gran mayoría de los principales espacios dedicados a la formación y difusión -escuelas, universidades, medios de comunicación- y desde allí comenzaron a aplicar una práctica política cuyos objetivos eran y siguen siendo:
-presentar a la Unión Soviética, a los bolcheviques-comunistas y al socialismo como causantes de todos los males que aquejaron y aquejan al pueblo armenio;
-lavar la imagen de partidos y dirigentes políticos nacionalistas, que colaboraron con las potencias occidentales, con los turcos, con los nazis y con la CIA;
-separar Armenia de Rusia y llevarla a la órbita de influencia del imperialismo norteamericano, la Unión Europea y el sionismo (por ende, del panturquismo también);
-tratar de enemistar al pueblo armenio con pueblos a lo que estuvo y está ligado por tradicionales y sinceros lazos de amistad y fraternidad, como árabes, kurdos, yezidís, palestinos, asirios, etc.
En gran parte han logrado estos objetivos, ya que varias generaciones crecieron y se formaron adoptando como propias y verdaderas las tergiversaciones o, directamente, las mentiras que estos falsificadores de la historia y del presente ponen en circulación a través de los poderosos medios con los que cuentan a nivel nacional, en Armenia, o a escala internacional, en cada una de las comunidades armenias establecidas en decenas de países de los cinco continentes.
Sin embargo, a pesar del casi avasallante poder que les brindan la estructura del Estado armenio y las finanzas del anticomunismo internacional, no lograron borrar -ni desfigurar- de la memoria colectiva armenia o mundial, la impronta humanista, progresista, justa y solidaria que a base de acciones concretas realizadas a lo largo de más de siete décadas, logró construir la Unión Soviética en cientos de millones de hombres y mujeres del planeta.
Con los armenios y sus descendientes, sean ellos ciudadanos de la República de Armenia o miembros de las colectividades diasporeanas, pasa lo mismo.
Quien va a Armenia, casi todo lo que ve y admira fue construido o es producto del socialismo y de la Armenia Soviética. Quizá suene pedante para algunos o algunas de quienes están leyendo esta nota, pero es así. Y trataré de acompañar esta afirmación con datos que avalen lo dicho.
Cuando cae el gobierno liderado por el tashnagtsutiún (Federación Revolucionaria Armenia) y se instaura el poder soviético en Armenia, el país había quedado reducido a una extensión territorial de nueve mil kilómetros cuadrados, como consecuencia del vergonzoso Tratado de Alexandrapol firmado entre los gobiernos de Armenia y Turquía. En el lapso de algunos meses, el gobierno de la Armenia Soviética, encabezado por Alexander Miasnikian, recuperó Alexandrapol (Leninakán, hoy Guiumrí), Zanguezur y Lorí, y la RSS de Armenia pasó a tener casi 30 mil kilómetros cuadrados.
Es decir, quienes repiten una y otra vez que “los bolcheviques armenios regalaron territorios”, están faltando a la verdad, ya que no sólo lograron recuperar territorios que equivalían a tres veces la república que recibieron, sino también pudieron mantener Nakhichevan y Karabaj dentro del territorio de la URSS y fuera del control de Turquía y las potencias occidentales, lo que hubiera significado el mismo destino de la Armenia Occidental.
En todo caso, se le podrá decir al gobierno soviético de Armenia que no pudo recuperar otros territorios que ancestralmente habitaron nuestros antepasados y denominamos armenios o parte de la Armenia histórica. Pero en la práctica, la mayoría de esos territorios jamás formaron parte de la República de Armenia nacida el 28 de mayo de 1918. Y si hubo alguno que sí formaba parte de la naciente república, no fueron justamente los comunistas armenios quienes perdieron el control, sino los gobernantes tashnagtsagan, que no supieron garantizar ni la integridad territorial de Armenia ni la seguridad de sus ciudadanos.
Otro de los históricos acontecimientos que tuvieron lugar durante la Armenia Soviética fue el de la repatriación de decenas de miles de armenios occidentales sobrevivientes del genocidio.
En los primeros años, entre 1921 y 1936, fueron casi 50 mil los armenios que decidieron establecerse en la Renacida Armenia Soviética, donde recibían casa, trabajo, educación y salud gratuitas, y todos los beneficios de los que ya gozaban los ciudadanos soviéticos. Varios miles de esta primera camada de repatriados eran refugiados que vivían en campamentos establecidos en Irak, Siria y otros países árabes.
Finalizada la guerra, entre 1946 y 1950, fueron más de 100 mil los armenios que se repatriaron, principalmente desde Líbano, Siria, Grecia y Francia.
Luego hubo una tercera gran oleada de repatriados, más de 32 mil, que se establecieron en Armenia entre los años 1962-1982.
Es decir, casi 200 mil armenios lograron dejar de ser “diáspora” gracias a un gobierno, el de Armenia Soviética, que le abrió las puertas del país, y a pesar de las enormes dificultades de los períodos post-guerras mundiales (primera y segunda), les brindó las herramientas indispensables para que pudieran rehacer sus vidas.
A este proceso de repatriación hay que agregar el hecho de que desde fines de la década de los cincuenta y hasta la caída de la URSS, decenas de miles de jóvenes armenios de las distintas comunidades de la diáspora (de TODOS LOS SECTORES PARTIDARIOS), estudiaron gratuitamente en las Universidades de Armenia Soviética y se transformaron en profesionales (docentes, ingenieros, profesores, médicos, científicos, etc.), para luego ejercer y trabajar en sus países de residencia.
Lo paradójico es que desde el nacimiento de la Tercera República, no cesa la emigración, que desde hace años mantienen características de masiva. Datos oficiales y extraoficiales sitúan la cifra de emigrados entre un millón y un millón seiscientos mil armenios.
Otro logro de Armenia Soviética es la capital Ereván, su reconstrucción y transformación, y el haberla convertido en ciudad orgullo para todos los armenios del mundo.
Según el censo realizado por el zarismo en 1897, habitaban Ereván 12 mil 523 armenios (43,2%), 12 mil 359 azerbaiyanos (42,6%) y 2.765 rusos (9,5%). Ya en 1926, primer censo soviético, los armenios eran 59 mil 838 (89,2%), los azerbaiyanos 5.216 (7,8%) y los rusos 1.401 (2,1%).
Década tras década, la ciudad capital se hacía más grande y su población también crecía. En 1939, los erevantsí ya eran más de 200 mil y, en 1959, la población de la capital era de medio millón de habitantes. Pero fue el censo de 1979 el que marcó el hito de haber superado el millón. En 1989, último censo de Armenia Soviética, la capital estaba habitada por un millón 201 mil 539 personas.
Dos decretos fundamentales fueron aprobados por el gobierno de la RSS de Armenia en 1921. El 17 de mayo quedaba establecido el sistema público y gratuito de salud en el país, y el 21 de septiembre, se aprobó la ley para erradicar el analfabetismo.
Cuando triunfa la revolución en Armenia el 29 de Noviembre de 1920, sólo el 17% de la población total sabía leer y escribir. A mediados de la década del treinta, ya habían sido alfabetizados el 84% de los ciudadanos de la Armenia Soviética.
En 1944, Kachikian, ministro de Educación de Armenia Soviética, recordaba: "En 1918 y 1919 apenas funcionaban 166 escuelas con 18.600 alumnos. En el primer año del poder soviético armenio comenzaron a funcionar 545 escuelas con 64.000 alumnos y en 1928-29 ya existían 846 escuelas con 86 mil 225 alumnos”.
En 1921 comenzó a funcionar la Universidad Estatal de Ereván, con varias facultades. En 1923 se abrió el Conservatorio Estatal de Ereván y en 1928 el instituto de Veterinaria․ En 1930, varias facultades dependientes de la Universidad de Ereván se transformaron en Institutos, como el Politécnico, el de medicina, el de Pedagogía y el de Ciencias Agrarias.
En 1940 funcionaban en Armenia Soviética 9 centros de estudios universitarios/terciaros con más de 11 mil alumnos. También se creó una red de instituciones de educación secundaria profesional y ya en 1940 funcionaban 62 escuelas técnicas con alrededor de 9.000 alumnos. Entre 1928 y 1941 hubo 22 mil graduados de las universidades y los colegios técnicos.
Durante siete décadas, en Armenia Soviética se construyeron miles de escuelas, bibliotecas, palacios de pioneros, centros culturales, casas de descanso, hospitales y centros de salud, teatros y cines a lo largo y ancho del país, incluso en aldeas con algunos cientos de habitantes.
Fueron realidad -y sería interminable recordar y enumerar todo, el Museo de Manuscritos Matenadarán, el Observatorio de Biurakán, la Central Atómica de Medzamor, la Central Hidroeléctrica Hraztán, el túnel intramontañoso Arpa-Seván, el Palacio de la Juventud, el Teatro de la Ópera y Ballet de Ereván, la Plaza Lenin (hoy Plaza de la República) con todas las construcciones que la rodean, el Parque de la Victoria con el Museo y el Monumento a la Madre Armenia, el Complejo Memorial de Dzidzernagapert dedicado a las víctimas del genocidio, el Palacio de la Juventud, el Metro (subte) de Ereván, la reconstrucción del Templo de Garní, el Complejo Cultural-Deportivo Karén Demirchian, el hallazgo de las ruinas de Erebuní, la construcción del Museo y la histórica celebración de los 3.750 años de Ereván…
Por todo esto y por mucho más, cada 29 de Noviembre seguiremos levantando nuestras copas y diciendo “Guetsé Sovedagán Hayastane” (Viva Armenia Soviética).
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