Líbano: ¿Dónde está la salida a la crisis?
Renunció el gobierno, pero quienes desde adentro y afuera llevaron al Líbano a esta crisis casi terminal, no quieren perder sus privilegios.
Por Adrián Lomlomdjian
Se cumple una semana de las trágicas explosiones que destruyeron gran parte de Beirut y conmovieron al mundo. Y si bien ya nada es lo mismo, no podemos aseverar que las cosas hayan cambiado o vayan a cambiar para el pueblo libanés.
Según datos brindados por el Ministerio de Salud, los muertos ascienden a 171, mientras que aún 30/40 personas son consideradas desaparecidas. De los aproximadamente seis mil heridos, mil quinientos precisan una atención médica especial.
Uno de los datos más preocupantes relacionados al futuro inmediato es el de los 300 mil libaneses que perdieron sus casas, ya sea porque fueron destruidas totalmente o porque se encuentran inhabitables y necesitan una importante inversión para su reconstrucción. Y la crisis socioeconómica que viene atravesando el país desde hace décadas, se encuentra en su punto de ebullición, y grandes sectores de la población están inmersos en la pobreza –casi el 50%- e imposibilitados no sólo de hacerle frente a las posibles reparaciones de sus hogares, sino a conseguir el sustento diario para la subsistencia familiar.
Las masivas protestas populares que habían comenzado en enero, volvieron con el mismo ímpetu, pero con más bronca –debido a la manifiesta negligencia estatal que quedó al descubierto por las explosiones-, provocando la renuncia del primer ministro. “Queremos allanar el camino hacia la salvación nacional de nuestra patria. Anuncio hoy la dimisión de este Gobierno”, dijo Hasán Diab durante su discurso pronunciado ayer, luego de que varios ministros ya habían presentado sus renuncias.
El ahora ex primer ministro afirmó que “las consecuencias del sistema de corrupción del país explotaron en el puerto de Beirut” y denunció que “la catástrofe que azotó al Líbano es el resultado de la terrible corrupción existente en el país y de la administración; el sistema de corrupción es más grande que el Estado, lo encadena”. Y agregó que no descarta otros desastres y culpó de ello “a la clase dominante que controla el país”.
Un importante sector de la población no se conforma sólo con la renuncia del gobierno, sino que pide que renuncien los diputados, convoquen a elecciones parlamentarias extraordinarias y se modifique el sistema electoral y la repartición del poder, que se originó durante el mandato colonial de Francia, que establece que los puestos en el parlamento se distribuyen de forma proporcional entre las 18 comunidades religiosas distintas que conviven en el país. Esta división también afecta a los cargos en el gobierno y a los empleos estatales, que se distribuyen de acuerdo con criterios sectarios.
Pola Yacubian, diputada armenia, ya presentó su renuncia y según su opinión, “el parlamento está en proceso de disolución”. Otros diputados hicieron lo mismo, pero aún no se produjo el llamado a elecciones extraordinarias.
Cabe destacar que las manifestaciones antibubernamentales fueron ferozmente reprimidas por el ejército libanés, con un saldo de decenas de heridos (muchos de ellos, de bala) y cientos de detenidos.
“Nuestro partido condena enérgicamente la brutal represión de las fuerzas de seguridad hacia los manifestantes. Además, se debe identificar y condenar a quienes dispararon y a quien dio la orden”, dijo el secretario general del Partido Comunista del Líbano, Hanna Gharib, para quien “la única solución viable actual es la formación de un gobierno de transición, que excluya a los representantes de actual sistema gobernante que gozan de poderes legislativos excepcionales”. Para el líder comunista, se debe ser terminante y enfrentar a las fuerzas de opresión locales y a los poderes extranjeros.
Para los comunistas libaneses, las declaraciones emitidas desde la Conferencia Internacional para apoyar al Líbano -celebrada en París- pueden contener una retórica brillante, sin embargo, la realidad demuestra lo contrario. “No olvidemos que casi todas las facciones políticas del Líbano siempre contaron con el apoyo de las potencias extranjeras que participaron en esta conferencia”, afirmó Gharib, quien advirtió también, que una vez más las potencias extranjeras intentarán aprovechar la ocasión para inmiscuirse en los asuntos internos del país. “Esto puede ser muy peligroso, especialmente en un momento en que los intentos de dividir la región en líneas sectarias y confesionales son intentos activos y serios”, concluyó.
Mientras tanto, el ejército israelí anunció hoy la realización de una serie de operaciones militares en la frontera con el Líbano. Avichay Adraee, vocero de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), precisó en su cuenta de Twitter que las operaciones se desarrollaron fuera de la valla de seguridad dentro del territorio israelí e incluyeron operaciones de patrulla y peinado, con la participación de unidades blindadas, de inteligencia e infantería.
“Hasta ahora, la gente está convencida de que los aviones israelíes atacaron y la explosión fue por eso. Hay tensión, el país puede entrar en guerra civil, y eso es lo que Israel quiere para eliminar este país. No sabemos cuál será el final de esto”, señaló el periodista Hamo Moskofian, también víctima de la tragedia, que perdió su hogar –vive a 300 metros del puerto- y parte de sus pertenencias (fotos).
Armenia y los armenios de Beirut
Entre las decenas de vuelos con ayuda humanitaria que ya llegaron a Beirut, tres lo hicieron con solidaridad proveniente desde Armenia. En el primero de los vuelos, el día sábado, viajó Zareh Sinanian, Comisionado de la Diáspora dependiente del Primer Ministro de Armenia, con la intención de interiorizarse de la situación general y también de la particular de los armenios libaneses.
Sinanian recorrió algunas instituciones armenias y el barrio, dialogó con las autoridades religiosas y dirigentes comunitarios, y también lo hizo con algunos heridos que están con tratamiento médico y con miembros de varias familias damnificadas. Excepto la promesa de que “uno ó dos edificios serán reconstruidos con la ayuda de Armenia” y de informar los primeros pasos tendientes a recibir a quienes deseen repatriarse, como la presentación de la Ley de Repatriación y el establecimiento de un Centro de Integración para Repatriados, nada concreto hubo para aquellos quienes se encuentran en un estado sumamente crítico, sin hogar y sin sustento.
El periodista Hamo Moskofian señaló que a pesar de la ayuda humanitaria recibida, la situación de los damnificados es realmente desesperante. “Muchos no tienen siquiera para comer. Entre los cientos de miles de libaneses que perdieron sus casas hay más de tres mil familias armenias que quedaron en la calle. Se habla mucho, de millones de dólares de ayuda, de solidaridad internacional, pero nada en concreto. ¿Quién va a reconstruir todas esas miles de propiedades? ¿Quién le va a dar un hogar a toda la gente?”, nos dijo nuestro compañero Hamo durante una reciente conversación telefónica.
El periodista tiene una larga trayectoria de militancia política, no sólo en cuestiones que hacen a la armenidad, sino también en la lucha de los pueblos de la región contra los atropellos del sionismo, de las potencias occidentales y de Turquía. Moskofian posee un vasto conocimiento no sólo de la comunidad armenia del Líbano, sino de las comunidades asentadas en varias ciudades de los cinco continentes y de Armenia. Por eso, sus inquietudes y dudas.
“¿Quién apoyará a esta comunidad? ¿La Armenia dividida o los partidos políticos también divididos de la diáspora? Estos últimos no se transformaron en cabezas de la comunidad en estos difíciles momentos. No hubo un solo líder político comunitario que haya llamado para averiguar cómo se encuentran los armenios del Líbano. La gente está confundida, algunos quieren ir a Armenia a curarse, otros a establecerse allí, pero nadie sabe qué hacer ni nadie les dice cómo hacerlo”, no dijo Hamo.
¿Dónde está la salida?
Durante una conversación telefónica mantenida hoy con el presidente francés Emmanuel Macron -devenido en “patrón de estancia”, que fue a Beirut a poner condiciones y a cuidar sus intereses-, el primer ministro del Estado de Israel, Benjamín Netanyahu, le dijo que “para prevenir tragedias como la del puerto de Beirut se necesita erradicar el material explosivo y los misiles que Hezbolá oculta en los centros de población civil en Líbano”. “Hezbolá está muy equivocado si piensa que puede solucionar la crisis en Líbano creando una crisis con Israel”, agregó el criminal de guerra sionista, imputado en su país en distintas causas.
Por otra parte, el pasado domingo, tras una videoconferencia organizada por Francia y la ONU, un grupo de países prometió 250 millones de euros (300 millones de dólares) en ayuda de emergencia a Líbano. Los participantes señalaron que esta ayuda se brindará de manera “directa” a la población (seguramente a través de sus ONG-s) y con absoluta "transparencia".
“Como muestra basta un botón”, dice el refrán, y es así nomas… Los mismos actores –locales y extranjeros- que hundieron al Líbano, son quienes se proponen como “salvadores” y “garantes” de la recuperación del país y de la construcción de una nueva sociedad democrática, donde convivan las distintas comunidades que la conforman. ¿Quién puede creerles? Pocos, pero que no lo son tanto, porque hay un sector de la población cuya vida y subsistencia depende de esos actores nacionales e internacionales.
Pero también hay otro sector importante de la población libanesa que está harta de todo lo vivido y de la destrucción sistemática a la que vinieron sometiendo al país. Son los que no emigraron, se quedaron, no votan (en las últimas elecciones votó el 49,2% del padrón habilitado), pero sí luchan en las calles por sus derechos. Muchos de ellos, miembros de distintas organizaciones políticas, sindicales, estudiantiles y sociales, formaron Encuentro para el Cambio, transformándose en protagonistas de las manifestaciones populares que se sucedieron en el país desde enero pasado.
Hoy, los representantes de estas fuerzas se reunieron en la sede del Partido Comunista libanés y debatieron un temario que incluyó los últimos acontecimientos políticos, económicos y sociales, la seguridad, y los pasos a seguir.
Se emitió una declaración de cuatro puntos, donde:
-se hace un análisis minucioso de la situación actual;
-se critica severamente el sistema político sectario existente, la corrupción y la dependencia de fuerzas extranjeras, la dominación de los bancos y del sistema financiero sobre la economía del país;
-se rechaza la posibilidad de privatizar las empresas estatales y el puerto;
-se exige castigar a todos los responsables de las explosiones del pasado martes -independientemente de su cargo- y no sólo a un grupo de empleados administrativos y trabajadores (hasta el momento hay 16 detenidos);
-se convoca a continuar la lucha en las calles y avanzar hacia la construcción de un amplio frente nacional que garantice el traspaso pacífico del poder hacia un gobierno nacional de transición, que derogue las restricciones sectarias y apruebe una nueva ley electoral que siente las bases de un nuevo Estado democrático y representativo de los intereses de los sectores populares.
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