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Momento de definiciones en Armenia

En estos días deberán definirse algunas cuestiones trascendentes en el país, que pueden ayudar a comenzar a superar la crisis o a profundizarla de manera peligrosa, incluso, para la existencia misma de Armenia y su pueblo.

Por Adrián Lomlomdjian


La situación en torno al Estado Mayor armenio sigue siendo incierta y se hace difícil predecir cómo terminará este conflicto entre el gobierno y los altos mandos militares, que no sabemos si comenzó a partir del 25 de febrero, pero sí se puede asegurar que se hizo público ese día.


El primer ministro Nikol Pashinian no quiere dar marcha atrás y abandonar la idea de destituir al jefe del Estado Mayor, General Onnik Gasparian, mientras este último espera la decisión del Tribunal Constitucional, que debe considerar la constitucionalidad de la ley "Sobre el servicio militar y el estado de militares", que es la que le permitió al primer ministro la oportunidad de "deshacerse" de Gasparian, como ya lo había hecho con otros militares en general, y en lo particular, con Tirán Khachatrian, quien había catalogado de "poco serias" las declaraciones de Pashinian sobre los misiles rusos Iskander.


El presidente de Armenia, Armén Sarkisian, se negó en dos oportunidades a refrendar la solicitud del primer ministro, y en la segunda oportunidad envió un pedido a la Justicia para que dictamine la constitucionalidad o no de la ley. Ahora, si la Corte Constitucional reconoce este acto normativo como inconstitucional, entonces la petición al presidente para destituir a Gasparian de su cargo quedará invalidada. De acuerdo con la ley, el General Onnik Gasparian continuará cumpliendo con sus funciones como jefe del Estado Mayor hasta el 8 de marzo.


Mientras tanto, en estos días se sucedieron importantes acontecimientos políticos en el país, que sin lugar a dudas dejarán su impronta en el devenir y desenlace de la actual crisis.


El 1 de marzo, jornada en la que oficialistas y opositores movilizaron a decenas de miles de personas, el liderazgo de las Fuerzas Armadas de Armenia emitía una nueva declaración en la que "reafirma su valoración sobre la situación actual y destaca que se mantiene inquebrantable, prudente y persistente, independientemente de los intentos de enredar a las Fuerzas Armadas en los procesos políticos".


La declaración continúa: "Integrada por los hijos de nuestra nación y presagiando las amenazas a la seguridad nacional, el liderazgo de las Fuerzas Armadas consideran inadmisibles las alegaciones infundadas contra ellas y ciertos funcionarios, e insta a la población a dejar de repetir esas alegaciones.


La situación actual muestra que el liderazgo de las Fuerzas Armadas solo se guía por el interés estatal y solo sirve al pueblo, rigiéndose por las normas de la Constitución y las leyes de la República de Armenia".


Ese mismo día Hasmik Gasparian, hija del Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Armenia, Onnik Gasparian, publicaba en su página de Facebook: "No te sorprendas si un desertor te juzga algún día… Resulta gracioso, como mínimo, cuando un grupo de desertores habla de los defensores de la patria y se refiere a ellos como traidores", en alusión a los dichos del primer ministro para con su padre.


Y mientras el primer ministro insistía durante el mitin oficial que la declaración de los jefes militares fue obra del ex presidente Serzh Sargsian y fue llevada adelante por el General Onnik Gasparian, el Coronel General Yuri Khachaturov, ex secretario general de la Organización Tratado de Seguridad Colectiva (alianza militar que integran Armenia, Rusia, Bielorrusia, Tadjikistán, Kirguistán y Kazajstán), afirmaba en el acto opositor, que la declaración del Alto Mando Militar armenio -en la que se critica el trato brindado por el gobierno a la Fuerza y se solicita la renuncia del primer ministro- no fue algo de los generales y la oficialidad, sino que representaba a todas las Fuerzas Armadas.


En el fervor de la disputa política, Nikol Pashinian cayó en algunas contradicciones durante su fogosa intervención callejera del primero de marzo, ya que por un lado acusaba de traidor al General Gasparian y de "golpistas" a los jefes militares, y por el otro aseguraba que "hasta este momento las Fuerzas Armadas y Onnik Gasparian no han cruzado la línea roja". Es decir, acusa de golpistas a los altos mandos militares y luego dice él mismo que "no cruzaron la línea roja".


Pero hay más. Recordemos que en parte -porque seguramente hay otras cuestiones que no se han hecho públicas- este conflicto nació a raíz de las vergonzosas declaraciones del primer ministro Nikol Pashinian sobre los misiles Iskander. En Armenia y Rusia se sucedieron la respuestas -algunas muy duras- a los dichos del premier. Al ser consultado por los medios sobre esta opinión, el Teneinte General Khachatrian primero dijo que no le parecía verídica y luego, cuando se le dijo que la expresó Pashinian, dijo que "era poco seria". Al otro día, Pashinian firmó la solicitud de despido del militar armenio, que fue refrendada por el presidente Sarkisian. Los altos mandos militares respondieron con una declaración pública pidiendo, entre otras cosas, la renuncia del primer ministro. Pashinian respondió con una solicitud de despido del General Onnik Gasparian.


Hasta aquí, el breve relato de la historia sobre una aseveración hecha por Pashinian -"los misiles Iskander no explotaron o explotaron un 10%-, que además de falsa, como mínimo fue catalogada de antirusa y una falta de respeto para con el aliado estratégico de Armenia. Y luego de profundizar la crisis política castigando a todos quienes rechazaron estas declaraciones, la vocera del primer ministro, Mané Guevorguian, informaba de una conversación telefónica esta semana entre Pashinian y Putin, donde el primer ministro armenio le dijo que "sobre la base de comparar los hechos y datos existentes, llegó a la conclusión de que fue informado incorrectamente sobre los Iskander"... Reitero, una vergüenza.


Mientras tanto, la oposición aglutinada en el Frente de Salvación de la Patria (FSP), que anunció protestas indefinidas -y las lleva adelante a diario-, espera sacar provecho del enfrentamiento de Pashinian con los generales. Pero la realidad muestra que si bien el rechazo a Pashinian sigue siendo fuerte -más del 65% se manifestó en contra del primer ministro-, el piso de quienes lo apoyan parece haberse detenido en el 35%, que además no duda en ganar las calles en defensa del gobierno.


A diario se van sucediendo acciones desde el oficialismo y los sectores de oposición, que más allá de la natural confrontación política que existe en todas las sociedades, en el caso particular de Armenia, significan una profundización de la crisis, un aumento de las tensiones internas y el mantenimiento del peligro latente existente sobre la seguridad nacional y la continuidad del Estado.


En estos días, la oposición del FSP mantuvo el acampe frente a la Asamblea Nacional, donde a diario se juntan miles de personas y se llevan a cabo actos de protesta. También realizó la toma de varios edificios públicos en Ereván y el interior del país. Estas y otras acciones también fueron realizadas por grupos opositores que no integran el FSP.

Por su parte, el oficialismo sigue con su actividad tratando de mantener la iniciativa política o, al menos, que la oposición no le termine de "copar la parada". Pashinian se reunió con los líderes de los bloques parlamentarios opositores, con quienes dialogó sobre la posibilidad de llevar adelante elecciones extraordinarias antes de fin de año. Claro que la condición que pone es que no se vete su participación, y para ello se debe disolver el parlamento actual.


Además de insistir en el despido de los militares, Pashinian removió de sus funciones a los Vicegobernadores de Armavir y Kegharkunik, por haber apoyado públicamente a los altos mandos de las FF.AA. de Armenia.


Desde lo judicial, el primer subjefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el Teniente General Tirán Khachatrian, que fue relevado de su cargo por el presidente Armén Sarkisian el 24 de febrero -e pedido de Pashinian-, se dirigió al Tribunal Administrativo con un reclamo para invalidar el decreto de despido firmado por el mandatario armenio.


En cuanto al General Onnik Gasparian se informó, que si incluso el decreto del primer ministro armenio Nikol Pashinian sobre el despido del Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas entra en vigor con o sin la firma del presidente Armén Sarkisian, todavía habrá otra forma legal de anular esta decisión. El General Gasparian puede apelar al Tribunal Administrativo -como lo hizo Khachatrian- y el Tribunal puede suspender el decreto en espera de una decisión judicial final.


Quien también habló esta semana fue el ex presidente Robert Kocharian. Lo hizo en una conferencia de prensa para los medios de comunicación rusos. Allí, el ex mandatario destacó que a su parecer "los generales armenios se comportan demasiado comedidos en esta historia generada en torno a la declaración del Estado Mayor" y enfatizó que "los militares no quieren que su accionar sea percibido como un intento de golpe de Estado".

Mientras todo esto -y más- sucede, decenas de prisioneras y prisioneros de guerra armenios continúan en Bakú rehenes del régimen de Aliyev, quien no modifica su decisión a pesar del pedido que le hicieron, entre otros, el presidente de Rusia, el Secretario de Naciones Unidas y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.


Estos días seguramente nos depararán sorpresas, ya que deben definirse situaciones como los despidos o la continuidad en sus funciones de los altos mandos militares, y el acuerdo o no de la oposición parlamentaria para realizar elecciones anticipadas.


Armenia y sus habitantes precisan curar las heridas y comenzar a andar. Y para ello resultan indispensables la paz interna y externa, fortalecer la alianza estratégica con Rusia y con los pueblos vecinos y amigos de la región, y ponerle fin a un sistema que a lo largo de estos treinta años condujo al país hasta el borde del precipicio, dejando una economía quebrada y paralizada, una emigración masiva que no cede, más de 35% de la población sumergida en la pobreza y la desocupación, con el fascismo turco y sus aliados al acecho.

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