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Nagorno Karabaj en disputa

"Si Azerbaiyán y sus aliados deciden frenar el ataque, el cese al fuego es inmediato. Mientras, si eso lo hace Artsaj y Armenia, corren el riesgo de ser víctimas de un nuevo genocidio".


Por Monserrat Neme


Una pregunta frecuente que se me presentaba en la adolescencia era si se podía escribir una historia sucinta del pueblo armenio, en referencia al título de un libro que leíamos en el colegio. No me imaginaba una breve y concisa narrativa que describiera una cultura milenaria, el primer pueblo del mundo en adoptar el cristianismo como religión oficial, con idioma y alfabeto propio, que supo, como tantas otras comunidades, reconstruir y conservar su cultura en base a una fuerte identidad resiliente. A partir de los recientes acontecimientos, voy a intentar resumir el conflicto de Nagorno Karabaj que actualmente ocupa la primera plana de la geopolítica del Cáucaso.


Una historia sucinta de Artsaj


Nagorno Karabaj, también conocido como Artsaj, es un territorio transcaucásico que tiene una población mayoritariamente armenia desde hace más de veinte siglos. La región formó parte de distintos reinos e imperios logrando una convivencia medianamente pacífica durante gran parte de su historia. En las postrimerías del siglo XIX, la política medio-oriental ya vislumbraba un proceso de cambio debido a la expansión del modelo europeo. Durante las primeras décadas del siglo XX, el desmembramiento del entonces Imperio Otomano y la caída del Imperio Ruso tuvieron como corolario la proliferación de estados nacionales en la región. A este fenómeno se le puede aducir un punto de quiebre del conflicto que se arrastra hasta hoy. Hacia 1918 se declararon las primeras repúblicas de Armenia, Azerbaiyán y Georgia. La pretensión de anexar Artsaj al territorio azerí desencadenó un breve conflicto armado entre las fuerzas del incipiente país caucásico y los karapajtzí (en armenio, ‘de Karabaj’; comúnmente referenciados así). Esta disputa fue fugaz por la rápida entrada de la región a las nacientes Repúblicas Socialistas Soviéticas.


Durante el período de la Unión Soviética, Artsaj quedó bajo la órbita de la entonces RSS de Azerbaiyán como región autónoma. El gran conflicto se volvió a desencadenar para el final de la URSS. El proyecto de conformar nuevas repúblicas en la región desató la disputa por Karabaj en la que comenzaron las hostilidades hacia 1988. La guerra por Artsaj tuvo lugar entre 1991 y 1994, donde se firmó el cese al fuego con la mediación del Grupo de Minsk de OSCE (presidido por Estados Unidos, Francia y Rusia y conformado por los dos países en conflicto y Turquía, Alemania, Bielorrusia, Suecia, Italia y Finlandia) que fue creada en 1992 con el objetivo de resolver el conflicto.


Aquí vale hacer dos aclaraciones importantes: por un lado, tanto Armenia como Karabaj apelan a la consolidación de una república independiente y, por el otro, se contraponen dos derechos internacionales, la integridad territorial y la autodeterminación de los pueblos. Mientras los azeríes evocan el primer principio para anexar unilateralmente el enclave, los karapajtzí -cuya base demográfica armenia supera el 90%- han decidido configurar una república independiente que en la actualidad no es reconocida internacionalmente, de acuerdo a la Constitución de la Unión Soviética que dio esa posibilidad a las quince antiguas RSS.


Turquía y su anhelo otomano


Probablemente, para los armenios -como tantas otras minorías de la región- la historia siempre se repita como tragedia. Hace más de un siglo, los armenios vivieron un genocidio perpetrado por el entonces Imperio Otomano que tuvo un saldo de 1.500.000 víctimas. La heredera del Imperio, la actual República de Turquía, ha sistematizado una política de negacionismo donde el genocidio contra los armenios sigue sin ser reconocido a 105 años de su inicio. Aunque la verdadera reparación de este hecho sería la democratización de Turquía y la coexistencia pacífica de las minorías -griegos, asirios, kurdos, armenios, entre otros-, hoy en día el país parece estar muy lejos de eso. El autoproclamado sultán Recep Tayyip Erdoğan, retomando el ideal del panturquismo que sustentó la política genocida de los Jóvenes Turcos, ha arremetido contra las minorías de la región en consonancia a su modelo neo-otomano. En julio pasado, cuando Santa Sofía pasó de ser un museo a una mezquita, el presidente turco sostuvo que el mundo islámico debía abarcar desde el Bujará (Uzbekistán) hasta Al Andalus (España). Dicha extensión abarca a los históricos pueblos turcomanos y desconoce las cientas de minorías que viven a lo largo y ancho del territorio. Armenia y Artsaj, en este sentido, se presentan como un obstáculo para el objetivo de Erdogán.


La política persecutoria turca contra las minorías y los opositores del país es moneda corriente. El Partido Democrático de los Pueblos (HDP por sus siglas en turco) sufre acusaciones y hostigamientos constantes que coartan su libertad de acción y organización. Solo en el último mes, fueron detenidos 80 militantes y referentes de su partido por el supuesto delito de alteración al orden público y por formar filas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en relación al conflicto en Kobane en el año 2014. Además, se conocieron denuncias de violaciones a los Derechos Humanos como el arrojamientos de cuerpos desde un helicóptero en la provincia de Van (Armenia histórica), secuestros y torturas a militantes. Los kurdos han sido un blanco elegido por el gobierno turco para desgastar su organización, que a partir de la Revolución de Rojava han logrado construir una región autónoma y participativa que se fundamenta en el confederalismo democrático. Su principal líder, Abdullah Ocalan, se encuentra condenado a cadena perpetua desde finales del siglo pasado.


ALERTA. Artsaj hoy


El 27 de septiembre, Azerbaiyán atacó militarmente posiciones en Artsaj y el conflicto tuvo una escalada sin precedentes en los últimos 30 años. A partir de este hecho, Armenia y Karabaj declararon rápidamente la Ley Marcial y su movilización general. El gobierno azerí, presidido por Ilham Aliyev, es un histórico aliado de Turquía e Israel, que aportan armas y dinero para actuar. Erdogan, sin demora, sostuvo que Armenia es el factor de desestabilización en la región y aclaró que “Turquía, con todos sus medios y con todo su corazón, seguirá estando al lado del amistoso y fraterno Azerbaiyán”. El canciller Mevlut Cavusoglu agregó que como “pueblo turco, siempre estamos con el pueblo azerbaiyano. Apoyamos a Azerbaiyán tanto en el campo de batalla como en la mesa de negociaciones”. Solo unos días antes del 27 de septiembre, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos dio a conocer que el gobierno turco había trasladado a territorio azerí a trescientos mercenarios de Libia y Siria con la promesa de pago de 1500 a 2000 dólares. El aporte de mercenarios, armas y dinero es clave para el impulso bélico azerí. Por este motivo, Armenia decidió retirar su embajador de Israel por ser uno de los principales abastecedores de armamento de última tecnología para el gobierno de Aliyev.


Luego de cinco días de conflicto, la presidencia del grupo Minsk -Putin, Macron y Trump- lamentó la escalada del conflicto y llamó a un cese inmediato de ambas partes sin condiciones previas para reanudar las negociaciones urgentemente. Como decíamos antes, este grupo tiene la responsabilidad de velar por el diálogo entre las tres repúblicas. Ese mismo día, Erdogan invitó a Vladimir Putin a resolver la disputa mancomunadamente, como ya sucedió en Siria, con la condición de que Armenia se retirara de “los territorios azeríes” (Artsaj). Rusia no aceptó tal invitación. Un día después, Erdogán sostuvo que Turquía seguirá “participando activamente en los Balcanes, como en el Mediterráneo y en el Cáucaso, hasta que logre la estabilidad en la línea fronteriza”. “Aquellos que no se enfrentan a organizaciones terroristas no pueden y no podrán hacernos retroceder. Siria deberá ‘limpiarse’ como se nos prometió o iremos a hacerlo nosotros mismos”, expresó en alusión al apoyo turco a los rebeldes sirios. Tal línea es coherente a la política turca contra las minorías.


Por otro lado, la pretensión de Turquía y Azerbaiyán de constituirse en una región fuertemente proveedora de hidrocarburos a Europa también está en juego. Actualmente, Azerbaiyán le suministra combustibles al viejo continente y, en este panorama, sería una preocupación para los europeos. Además, la región es clave en su paso al Mar Caspio y el acceso a sus fuentes de gas y petróleo. Aunque es un factor clave la existencia del gasoducto en la región, hay que darle la entidad justa a esta estrategia de riqueza petrolera: la disputa de Artsaj la precede y no es disparatado suponer que el conflicto hubiera tomado un curso similar sin su existencia.


A esta altura, podemos afirmar que no es un enfrentamiento entre iguales. Si Azerbaiyán y sus aliados deciden frenar el ataque, el cese al fuego es inmediato. Mientras, si eso lo hace Artsaj y Armenia, corren el riesgo de ser víctimas de un nuevo genocidio. El presidente de Karabaj ha decidido participar del frente de batalla en defensa de su país. Es sesgado sostener un análisis equidistante de las partes porque quienes se defienden de los ataques azeríes han optado por la paz y autodeterminación en la región. La comunidad internacional debe resguardar los Derechos Humanos universales y denunciar este nuevo intento de avasallamiento de las minorías en la región.


¿Qué pasará con Artsaj? Tan pronta es la agresión azerí-turca como un análisis que acierte en una respuesta heterogénea. Cada quien puede dar respuestas que atraviesan desde una lectura política coyuntural hasta la más fuerte impronta identitaria. En principio, hay que tener presente que Armenia es un obstáculo para los intereses de Turquía y que, con la disputa de Artsaj de por medio, no pretenden resolverlo mediante el diálogo. Este conflicto parece continuar en línea al genocidio aún no reconocido. La paz en la región es la única opción para los pueblos que se podrá concretar con el reconocimiento internacional de la República de Artsaj y el respeto de las minorías para una convivencia pacífica en toda la región. Tomar conocimiento y postura sobre el conflicto en favor del derecho a la autodeterminación de los pueblos, de la justicia y la paz es parte de la tarea para quienes pregonamos que la causa de los pueblos es una sola.


Fuente: Random Media

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