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"No voy a renunciar", aseguró Rubén Vardanian

Desde Armenia y Occidente crece la presión sobre el gobierno de Artsaj (Karabaj), desatando una crisis política interna, que sólo beneficia al gobierno de Aliyev y al plan panturquista de Erdogan.

Por Adrián Lomlomdjian


La sucesión de acontecimientos en el Cáucaso Sur, las declaraciones de dirigentes y funcionarios de Armenia, Artsaj y extranjeros; los posicionamientos políticos de los protagonistas, los actores regionales e internacionales, nos van permitiendo aclarar algunas cuestiones, en medio de un panorama donde muchas veces los aliados se contradicen o enfrentan, y los adversarios coinciden en objetivos comunes concretos y actúan en conjunto.


Si bien nada es definitivo ni estático, hay una realidad que debemos tener en cuenta a la hora de realizar nuestros análisis sobre el presente y futuro del conflicto armenio-azerbaiyano y de la Cuestión de Nagorno Karabaj. Se trata de saber que esta última avanzada azerbaiyana sobre Armenia y Artsaj (con la inestimable ayuda de Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Europea, la OTAN, Turquía e Israel) se da casi en paralelo a la decisión del empresario y político Rubén Vardanian de renunciar a su ciudadanía rusa, establecerse en Artsaj (Nagorno Karabaj) y cumplir allí su deber patriótico.


A este compromiso público asumido por Vardanian le siguió la decisión del presidente de Karabaj, Arayik Harutiunian, de nombrarlo ministro de Estado de Artsaj, con responsabilidades de un primer ministro.


A pesar de que oficialmente Rusia aceptó la renuncia de Vardanian a la ciudadanía y que el canciller Lavrov dijo que su país no tiene nada que ver con la decisión del empresario y con su accionar en Artsaj, no son pocos los que afirman que esta jugada descolocó a Pashinian, Aliyev, Erdogan y Occidente, y es por eso que ahora la situación en la región se mantiene muy tensa, casi al borde de otra escalada militar.


Y lejos de lo que uno pudiera imaginar, la realidad nos muestra dos lados: en uno están los gobiernos de Pashinian y Aliyev -con todo el apoyo de Occidente-, criticando a Rusia, poniendo en dudas el rol de las fuerzas rusas de paz, reconociendo a Artsaj (Karabaj) como parte de Azerbaiyán y hablando de hacer respetar los derechos de los armenios que allí viven; en el otro está el pueblo de Artsaj resistiendo y continuando la lucha por el respecto a su autodeterminación, con Rusia como su principal -¿y único?- sostén.


Mientras Pashinian dice que la base militar rusa en la frontera con Turquía “es una amenaza para la seguridad de Armenia” y a diario inventa situaciones y declaraciones para demostrar la supuesta “inacción” de las fuerzas rusas de paz en Artsaj, el actual hombre fuerte de la política de Karabaj, Rubén Vardanian, enfatiza que “los militares rusos deben quedarse por décadas garantizando la seguridad de Artsaj (Nagorno Karabaj)”.


El sábado 14 de enero, los medios de comunicación de Armenia hablaban de la renuncia de Vardanian, de que el presidente Harutiunian lo removerá del cargo y de que llamarán a elecciones anticipadas en Artsaj.

“No voy a renunciar”, escribió en su muro de Facebook el ministro de Estado Rubén Vardanian. Para el funcionario karabají, “la posible renuncia del presidente del país, y por tanto, también del parlamento, son inaceptables”.


“Todos nuestros esfuerzos deben multiplicarse para superar los desafíos que enfrenta Artsaj. En esta situación, no tenemos derecho a servir a la agenda del enemigo y rendirnos. Ahora tenemos una oportunidad real de mantener Artsaj armenio. Hago un llamamiento a todos a mantener el sentido común político y la solidaridad”, enfatizó Vardanian.



También ayer, por la noche, el diario IRAVUNK publicaba la información de que sus fuentes en Artsaj aseguraban que el próximo lunes, “Karén Sarkisian, actual Ministro del Interior de Artsaj, será nombrado Ministro de Estado”.


Sin embargo hoy (domingo), el mismo diario publicó que “durante la jornada se esperan varias reuniones en Stepanakert entre funcionarios y fuerzas políticas, con el propósito de superar la actual crisis interna surgida en las últimas horas”. Según la información, algunos mantienen la esperanza de que esta ronda de conversaciones permita superar la crisis y mantener la unidad expuesta hasta el momento por las autoridades y el pueblo de Artsaj (Nagorno Karabaj).


Hace dos días, quizás anticipándose a lo que estaba por venir, el ministro Rubén Vardanian expresaba: “No dejaremos nuestra patria por difícil que sea la situación”.

Por su parte Areg Avaguian, diputado de la Asamblea Nacional de Artsaj (Nagorno Karabaj), decía: “No se cuánto y cómo resistiremos, pero estoy seguro de que el sueño de Aliyev no se hará realidad, su plan de producir un desastre humanitario no tendrá éxito. Es imposible quebrar la espalda de cualquier ciudadano de Artsaj. Nuestro pueblo ha sentido en su propia piel las consecuencias de la guerra, la tragedia, el desastre que provoca. Pero como pueden ver, todavía existimos y seguiremos existiendo”.


Como señalamos en varias notas ya publicadas aquí y en párrafos anteriores de este artículo, Artsaj lucha por mantener su existencia y hacer respetar su derecho a la autodeterminación. Y no lo hace desde una visión sesgada de chauvinismo ni de discriminación hacia otra etnia o religión. La realidad es su mejor aliada y estos treinta años demuestran a las claras que los armenios de Karabaj no pueden vivir bajo dominio de Azerbaiyán. Los sentimientos nacionalistas y xenófobos utilizados por Occidente como parte de su armamento para destruir la Unión Soviética, han calado hondo en las distintas sociedades de las repúblicas ex soviéticas, y hablar puntualmente de convivencia en estas desfavorables condiciones creadas por el poder dominante a escala internacional, es como hablar de humanismo en un congreso de nazis.


Recomponer la educación y formación que generaciones de hombres y mujeres recibieron en la Unión Soviética basadas en los principios de la paz, la amistad, la confraternidad y la cooperación solidaria entre los pueblos, no es una tarea sencilla. Ni allí ni en otras regiones del planeta.

Por eso, mientras vamos formando a las nuevas generaciones, recuperando terreno perdido y sumando más voluntades a nuestras fuerzas a escala mundial, garantizar la existencia de Artsaj como una entidad estatal autodeterminada por quienes la habitan e intentar que Armenia no caiga total y definitivamente bajo el yugo de Occidente (a ellos hay que sumarle a Turquía e Israel), son las prioridades que debemos asumir quienes nos reconocemos militantes patrióticos y defensores de los verdaderos y legítimos intereses de la armenidad.


Azerbaiyán seguirá presionando sobre Artsaj, sabiendo que cuenta con aliados confiables como Turquía, Israel, Estados Unidos, la Unión Europea, Gran Bretaña y la OTAN, que más allá de sus declaraciones grandilocuentes, ayudan a mantener la situación como está.


Lamentablemente, Armenia -a través del actual gobierno títere de Occidente- parece jugar en ese mismo equipo, poniéndose en contra de la defensa no sólo de los intereses del pueblo de Artsaj, sino de los de la armenidad toda.


La crisis política interna desatada en Karabaj es parte de esta confrontación.


Habrá que esperar el desenlace y, sea cual sea, seguir la lucha.

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