Occidente, de la Ucrania de Zelensky a la Armenia de Pashinian
A pesar de no obtener éxito alguno en su nueva orientación pro-occidental, el gobierno de Armenia insiste en su fidelidad hacia Washington y Bruselas.
Por Adrián Lomlomdjian
La Avanzada Occidental en Armenia continúa, mientras Rusia, a través de distintos canales y basándose por sobre todo en los sentimientos de amistad y fraternidad existentes en la mayoría de la población armenia, sigue tendiente puentes en la sociedad y fortalece a diario el intercambio y la cooperación armenio-rusa en distintos ámbitos.
Si bien la política oficial llevada adelante por el gobierno de Pashinian –desde que asumió el poder luego del exitoso Golpe de Estado institucional de mayo de 2018- logró ciertos éxitos parciales en cuanto al crecimiento de sentimientos anti-rusos y pro-occidentales en sectores de la sociedad, los mismos no fueron los esperados y, por ello, cada día se le hace más difícil cumplir con el compromiso asumido ante Occidente (Estados Unidos-Unión Europea-Gran Bretaña-OTAN), de sacar a Rusia de su rol de actor principal en el Cáucaso, reemplazándola por las formaciones y estructuras occidentales.
Y para el cumplimiento de dichos objetivos, Pashinian y su equipo no escatimaron nada de nada, llegando al punto de poner en verdadero riesgo la seguridad del pueblo y la existencia misma de Armenia.
Ese viraje hacia Occidente le está significando al pueblo armenio la entrega de Artsaj y su despoblación total, el avance en el proceso de recomposición de relaciones con Turquía cumpliendo simplemente los requisitos de la otra parte, y el inicio de negociaciones con Azerbaiyán para la firma de un acuerdo de paz en el que se intenta dejar testimonio escrito –y firmado- de la derrota del pueblo armenio, de la sumisión a los intereses foráneos y de la pérdida total de su soberanía política, económica y territorial.
Mientras el gobierno de Ereván insiste en culpar a Rusia de todos los males que aquejan al país –lo hace a diario, utilizando la poderosa maquinaria comunicacional del Estado-, cada vez resulta más evidente para importantes sectores de la sociedad, que la defensa de las relaciones estratégicas y fraternales entre Armenia y Rusia se ha convertido en uno de los factores fundamentales para garantizar la continuidad del Estado armenio y la seguridad de quienes habitan el país.
La administración Pashinian no pierde un día, ni siquiera un minuto, en continuar avanzando en sus relaciones de sumisión a los requerimientos de los distintos representantes del mundo occidental, sintiéndose todopoderoso y haciendo promesas que endulzan los oídos de estadounidenses y europeos, pero que en la práctica cotidiana no son más que acciones inconclusas u objetivos anti-rusos (anti-armenios) que no logra terminar de concretar.
En estos últimos días, se pasearon por Ereván distintos emisarios occidentales que tratan de mantener a Ereván bajo su égida, ya que ello les garantiza un casi seguro nuevo frente de combate contra Moscú en momentos en que la derrota del régimen nazi títere de Kiev es cuestión de semanas o, a lo sumo, de meses. Nadie, ni siquiera los máximos dirigentes de varios países, sus altos mandos militares, ni los analistas políticos, se atreven a negar la segura victoria de Rusia sobre el tándem Ucrania-OTAN. Y por eso, para Occidente es tan importante Armenia, no porque les interese defender los derechos del pueblo, sino porque tienen en sus manos una nueva herramienta para enfrentar a Rusia sin mancharse sus propias manos.
Entre quienes visitaron oficialmente la capital armenia durante los últimos días están el Ministro de Asuntos Exteriores de Grecia, Yorghos Gerapetritis; el asesor principal estadounidense para las negociaciones en el Cáucaso y el copresidente de los EE.UU. en el Grupo de Minsk de la OSCE, Louis Bono; y el jefe del Servicio Europeo de Seguridad Exterior, Rory Domm.
Si bien las conversaciones privadas y los detalles de los acuerdos “no escritos” alcanzados no forman parte de lo que se da a conocer, algunas declaraciones realizadas luego de los encuentros mantenidos por las autoridades armenias con los funcionarios visitantes, nos permiten tener una noción –a veces muy clara- de los sucedido y lo proyectado.
Por ejemplo, el Secretario del Consejo de Seguridad de Armenia, Armén Grigorian, afirmó que el objetivo principal de la visita del copresidente estadounidense del Grupo de Minsk, Louis Bono, fue organizar una reunión tripartita entre Armenia, Azerbaiyán y Estados Unidos, en Washington, reafirmando así la elección realizada por el gobierno de Pashinian, de intentar solucionar las cuestiones conflictivas “a la occidental”, a pesar de que ya le costó bastante caro al pueblo armenio esa opción…
"Grecia apoyará un programa que financiará a los desplazados forzosos de Nagorno Karabaj, para atender sus necesidades, en particular, para resolver los problemas relacionados con la vivienda”, dijo el Canciller griego, dejando en claro que Europa está dispuesta a seguir “invirtiendo en ayuda humanitaria” para los desplazados de Artsaj, con el objetivo de que no emigren hacia sus países.
Posterior a la visita del Jefe de la Seguridad Europea, el Ministro de Relaciones Exteriores de Armenia dijo que “la misión civil de observadores de la Unión Europea desempeña un papel extremadamente importante y vital para Armenia, especialmente en el ámbito de la seguridad”, enfatizando además que “este es otro factor importante que garantiza la paz y la seguridad en la frontera entre Armenia y Azerbaiyán”. Una continuidad del “relato oficial” elegido por el gobierno armenio para “justificar” la presencia de casi dos centenares de espías europeos en el país.
Desde la vecina Turquía llegaron las declaraciones del Ministro de Transporte, Abdulkadir Uraloglu, que echaron un nuevo manto de dudas sobre las permanentes declaraciones de las autoridades armenias, que tratan de demostrar que sus negociaciones con Turquía y Azerbaiyán –dirigidas por Occidente- son beneficiosas para el pueblo armenio.
“La construcción del Corredor de Transporte de Zanguezur está prevista que finalice en 2028”, aseveró el funcionario turco, señalando que por el territorio de Armenia pasan 43 kilómetros del Corredor Zanguezur, “que conecta por tierra a Turquía con otros países turcos”. En esta etapa del proyecto panturquista, Armenia contribuye con 43 kilómetros de carretera.
Mientras tanto hoy, en otra muestra pública del sometimiento del gobierno armenio a los dictados de Occidente, el secretario del Consejo de Seguridad de Armenia, Armén Grigorian –uno de los más “fervientes” y “convencidos” agentes occidentalistas-, informó que viajará a Suiza, donde el 14 de enero planea participar en la cuarta reunión sobre la fórmula de paz del presidente nazi ucraniano Volodymir Zelensky. Una forma de garantizarle a sus amos la obediencia debida y la disposición de, llegado el momento, “luchar contra Rusia hasta con el último de los armenios”, tal cual lo hizo anteriormente el mandatario nazi de Kiev, quien prometió “luchar contra Rusia hasta con el último de los ucranianos”.
Y así le va…
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