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Reafirmando convicciones en Estambul

La delegación de 80 personas de la Unión Cultural Armenia fue la primera de la colectividad armenia que mantuvo encuentros con la Fundación Hrant Dink, el Diario Agós, el Movimiento Nor Zartonk, el Partido Democrático de los Pueblos y el Conjunto de danzas y música Maral.

Los y las bailarinas de Kaiane y Maral

Por Adrián Lomlomdjian En esta nota quiero centrarme en la decisión institucional de llegar a Ereván previa estadía en Estambul/Bolís, Turquía.

Cuando comenzamos a debatir esta posibilidad, la idea dominantes era llegar a Estambul y luego recorrer los territorios de donde somos originarios, la Armenia Occidental o la Anatolia turca, allí donde habitaron por siglos nuestros antepasados y de donde fueron desterrados de manera forzosa -genocidio incluido- por el Estado Otomano nuestros bisabuelos, abuelos y en algunos casos, nuestros padres. Pero claro, un viaje de esas características precisaba de una logística particular y de varios días, lo que terminaría transformándolo en un periplo de varias semanas, imposible de afrontar para la gran mayoría, por razones laborales, económicas, de estudio y familiares.

Debíamos decidir si a pesar de no ir a las tierras de nuestros antepasados, llegaríamos a Armenia vía Estambul.

Y para no faltar a la verdad, debo decirles que no hubo mucho que discutir, ya que esa decisión la habíamos tomado hacía un tiempito atrás, bastante, a través del accionar político institucional, de las relaciones establecidas y del camino andado.

En Estambul hay una minoría nacional armenia establecida hace incontables siglos, con sus instituciones funcionando a pleno, a pesar de todas las dificultades generadas desde el oficialismo turco y los sectores nacionalistas de la sociedad. Y allí, teníamos varias citas de honor: conocer a nuestros compañeros y compañeras del Movimiento Nor Zartonk; visitar el sitio donde fue asesinado hace 11 años el periodista Hrant Dink y rendirle homenaje; encontrarnos con quienes mantienen vigente su legado en la Fundación Hrant Dink y en el semanario bilingüe “Agós”, creado y dirigido hasta su asesinato por el propio Hrant Dink; estrecharnos en un fuerte abrazo con los y las compañeras del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), cuya lucha es la nuestra, e intercambiar experiencias y opiniones sobre el futuro; y, finalmente, interiorizarnos del día a día de los armenios allí, visitando alguna de sus instituciones tradicionales y generando un encuentro cultural y artístico entre nuestros jóvenes.

La Unión Cultural Armenia junto al Partido Democrático de los Pueblos de Estambul

No era poca cosa lo que nos habíamos propuesto y teníamos tan sólo dos días para concretarlo. Y de esos dos días, sólo a partir del atardecer, ya que hasta allí debíamos recorrer la Estambul turística, que atrapa por su historia y sus contradicciones a flor de piel.

Y lo logramos. Sí, cada uno de los objetivos propuestos fueron alcazados. ¿Qué nos faltó tiempo? Claro, hubiésemos querido y necesitado muchas más horas y días para compartir con los y las compañeras, pero dimos el primer paso, un gran primer paso. Llegamos al hotel en plena zona céntrica y turística de Estambul cerca de las 23 horas del domingo 15 de julio. Mientras tratábamos de acomodar las valijas que daban vueltas por ahí y organizandonos en las habitaciones para descansar después de 16 horas de vuelo, se nos acercan dos muchachos y nos dicen en armenio: “Hola compañeros, bienvenidos, somos de Nor Zartonk”. Y fue en ese justo momento cuando ya dejás de sentirte extraño en esas tierras. Porque junto a vos están tus compañeros, tus camaradas, aquellos a quienes acabas de conocer personalmente, pero a quienes te une la lucha, los sueños y la esperanza.

La excursión del primer día comenzó con un paseo por la Plaza Sultan Ahmed. Allí, cuando estábamos parados frente al obelisco y mientras el guía explicaba esa parte de la historia, le digo a Fede -mi hijo-: “¿Aquel edificio no es el actual Museo de Arte Turco, que en el pasado fue la central de la gendarmería donde llevaron a los intelectuales armenios detenidos la noche del 23 de abril de 1915 y desde allí los deportaron y asesinaron?”.

Le hice la pregunta al guía, Yaco, y me dijo: “Sinceramente, desconozco Adrián lo que fue eso en el pasado. Sé que tuvo varias funciones”. Y así era. El Palacio de Pargalı Ibrahim Pashá -hoy, Museo de Arte Turco e Islámico- es un complejo que a lo largo de los siglos fue destinado a múltiples usos, así sirvió como residencia, embajada, cuartel militar, sede de la banda otomana, hospital, fabrica textil e incluso como prisión. Los usos posteriores fueron progresivamente alterando el edificio original y una de las principales alteraciones ocurrió en 1910 con la construcción de la sede del registro y catastro otomano, aunque anteriormente muchos de los terrenos habían sido ya destinados a la construcción de viviendas o para usos administrativos o militares del Imperio Otomano.

Responsables de la Fundación Hrant Dink y el semanario “Agós” reciben a la UCA

Allí, fueron conducidos las noches del 23 y 24 de abril de 1915, varios de los armenios arrestados en Estambul, quienes luego fueron trasladados en tren hacia Ankara y de allí hacia la Anatolia, donde la mayoría fue asesinada.

Las historia milenaria de Bolís ya se nos aparecía y con ella, también, la tragedía de nuestro pueblo, la que sufrieron nuestros antepasados a fines del siglo 19 y principios del 20.

Seguimos el recorrido por las mezquitas y el palacio de los sultanes, cada uno de ellos con sus lógicos atractivos históricos y turísticos, pero lo más importante lo vivimos a la tarde, cuando llegamos a la sede del Liceo Essayan, en el tradicional barrio Taksim. El Essayan es una institución educacional y cultural, que este año cumple 80 años, tiene jardin de infantes, primario y secundario, además de club deportivo y el conjunto de danzas y música MARAL.

La bienvenida en la planta baja fue emotiva, nos esperaban miembros de la directiva y algunos jóvenes. Después de los saludos protocolares, nos invitaron a subir al salón donde se desarrollaría la actividad de intercambio entre KAIANE y MARAL.

Explicar con palabras lo vivido durante el encuentro, resulta muy difícil. Fueron sensaciones encontradas, seguramente postergadas por décadas, pero también imaginadas por muchos de quienes allí estábamos.

Estar sentado y ver como casi un centenar de jóvenes integrantes de dos conjuntos de danzas armenias, uno de Turquía y otro de Argentina, dialogaban a través de los bailes que presentaban de manera intercalada, coronados todos con los aplausos, fue sentirse un verdadero privilegiado de un momento histórico que quedará grabado en nuestras mentes y corazones, y a no dudarlo, marcará un antes y un después para nuestra institución y también para nuestra comunidad.

Mientras los jóvenes intepretaban las danzas armenias, las lágrimas caían por las mejillas de los no bailarines –mayoritariamente cincuentones y sesentones-, a quienes se nos venían a la cabeza imágenes de nuestros abuelos y un sinfín de interrogantes tranformados en emociones.

Hubo intercambio de remeras, abrazos y presentes institucionales. Hubo palabras de un lado y del otro. Hubo un ida y vuelta sincero y franco, más allá de las diferencias entre ambas instituciones. Porque en eso de mantener, desarrollar y difundir la cultura armenia, transitamos por caminos similares. Y porque más allá de convicciones y principios institucionales, reconocimos estar frente a verdaderos militantes que con muchos esfuerzo llevaban adelante una tarea similar –con sus lógicos matices-, pero en un medio muy distinto, seguramente más hostil, y donde siempre se debe actuar con precaución cuando se trata de otra nacionalidad que no sea la turca, y particularmente, si es la armenia.

Hubo foto grupal –histórica-, charlas, pizza y baile hasta la medianoche, cuando llegó el momento de la despedida con algo de tristeza, pero con la enorme satisfacción de haber sido protagonistas de este inolvidable encuentro.

Y si esa primera noche sacudió parte de nuestras estructuras respecto de los armenios de Turquía, la tarde noche del día siguiente pasó a formar parte del tesoro institucional que permanecerá grabada en la memoria colectiva de la Unión Cultural Armenia. A las 16 horas, nuestros compañeros Shirak y Artur, de Nor Zartonk, pasaron por el hotel para acompañarnos al edificio de la Fundación Hrant Dink. Allí, fuimos recibidos por los y las compañeras que desarrollan su actividad en la Fundación, y también por los responsables del semanario bilingüe “Agós”.

Estos compañeros y compañeras, al “peligro” de ser armenios le agregan el de ser progresistas, el de desarrollar sus actividades en el ámbito de los derechos humanos, el de promover el entendimiento entre los pueblos, el de predicar la paz y la solidaridad. Fue un encuentro intenso y productivo durante el cual intercambiamos historias y experiencias, donde nos conocimos y nos adentramos en el quehacer cotidiano de cada organización, profundizamos en ideas y objetivos, llegando a la conclusión que era mucho lo que nos unía a pesar de la distancia y de las realidades de nuestros países. El abrazo de despedida significó el compromiso de avanzar juntos en varios de los proyectos presentados.

Del edificio donde funcionan la Fundación Hrant Dink y “Agós”, fuimos caminando hacia el viejo edificio del periódico, donde en la puerta de entrada fue asesinado hace once años el compañero Hrant Dink.

Mientras caminábamos con el camarada Nshan de Nor Zartonk íbamos pasando por lugares que no nos eran totalmente ajenos, a pesar de que ésta era la primera vez que estábamos en Estambul. Claro, íbamos pasando por aquellos sitios que conocimos mirando las filmaciones que nos mostraban la huída del asesino de Dink.

Llegamos a la puerta del edificio y allí estaba la baldosa que recordaba aquel doloroso día 19 de enero de 2007. Nos acercamos, rodeamos la baldosa, guardamos un minuto de silencio, cada uno de nosotros seguramente se comprometió ante la memoria de Hrant a no bajar los brazos, a no retroceder ni dar un paso atrás, a no abandonar la lucha ni un segundo. Salió el dueño del negocio lindero, un viejo camarada de lucha de Hrant Dink, quien vino a nuestro encuentro y se emocionó al saber quiénes éramos y de dónde veníamos.

Todas sensaciones fuertes, en un breve espacio de tiempo, imágenes y situaciones que pasaban por nuestra cabeza una tras otra, sacudiéndonos y haciéndonos sentir y saber dónde estábamos, hasta dónde habíamos logrado llegar.

Desde ahí fuimos a la sede del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), en el barrio Shishlí, donde nos esperaban para un encuentro. Nos recibió una nutrida delegación encabezada por la copresidenta del Comité Estambul del HDP, compañera Esengül Demir, quien estuvo acompañada por otros compañeros y compañeras, entre ellos el armenio Murad Mihci.

Traducción “casi en simultáneo” realizada por el compañero de Nor Zartonk nos permitió contarles sobre nuestra actividad y escuchar la lucha del HDP por boca de sus protagonistas, quienes también nos interiorizaron sobre su experiencia parlamentaria y los objetivos partidarios. Ellos estaban al tanto de nuestra participación activa en la solidaridad con la lucha de los pueblos de Turquía y también de nuestros posicionamientos políticos.

La compañera Esengül nos dijo que Garo Paylan junto a otros dos diputados iban a estar presentes en el encuentro, pero debieron quedarse en Ankara para una sesión especial de la Asamblea Nacional de Turquía.

Este memorable escuentro finalizó con una foto grupal y con la bandera de la Juca colgada en una de las paredes de la entrada del edificio partidario.

Y para que ese martes 17 de julio quedara grabado para siempre en nuestra memoria, por la noche mantuvimos una cena de camaradería con los integrantes de Nor Zartonk. Más de 60 personas fuimos testigos de este momento especial. Charlamos y bailamos, los jóvenes se conocieron, contaron sobre sus actividades en las organizaciones, sobre sus luchas y sus vidas, hubo palabras institucionales, intercambio de presentes y el compromiso de desarrollar las relaciones bilaterales y avanzar en la acción común y conjunta en los ámbitos de la armenidad y otros.

Fueron tres días, pero parecieron semanas. Por las expectativas que llevábamos, por la intensidad de lo vivido y por la inolvidable experiencia acumulada.

Cada momento en Bolís/Estambul ya forma parte de esa invalorable experiencia institucional, que de manera colectiva venimos protagonizando, sembrando y cosechando, y que nos permite seguir desarrollando nuestras actividades cotidianas sin perder de vista jamás desde dónde y para qué las hacemos.

En base a la reflexión, al análisis, el debate y la búsqueda permanente, vamos encontrando la respuesta a cada desafío que nos presenta el hermoso trabajo de formarnos y formar en la Unión Cultural Armenia a esos hombres y mujeres que logren contribuir a poner los firmes cimientos de la sociedad sin explotadores ni explotados, con paz, amistad y solidaridad entre los pueblos, para construir un mundo mejor para todos y todas.

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