Somos todo esto y un poco más: ¡Feliz 2025!

El presidente de la Unión Cultural Armenia, Adrián Lomlomdjian, reflexiona sobre el año que se va y sobre los desafíos que se vienen.

Por Adrián Lomlomdjian

Se va 2024. Un año difícil en el que vivimos momentos que quizás nunca imaginamos. Un año en el que retrocedimos décadas en cuanto a ideas, derechos y formas, pero un año también muy intenso y productivo si lo medimos desde lo institucional, ya que había que cerrar filas y agudizar el ingenio para sostener las voluntades militantes y los logros alcanzados, e ir por más.

El contexto nacional e internacional -fundamental para el desarrollo personal y colectivo- no es ni por asomo el que pueda favorecer proyectos cuya base fundamental sea el logro del bien común a través del desarrollo de iniciativas que tengan al ser humano en el centro y al aprovechamiento de sus cualidades y capacidades, y a la satisfacción de sus necesidades individuales y grupales como objetivos principales.

Por el contrario, desde hace décadas el discurso predominante en estas latitudes -convertido ya en sentido común de las mayorías- pregona el individualismo, el egoísmo, el "sálvese quién pueda", la meritocracia, el odio al otro y distinto, el consumismo, el cinismo y la hipocresía como “valores” supremos de una “modernidad” que se está llevando puestas a la humanidad y al planeta.

Sin embargo, hemos logrado seguir navegando, sin perder el rumbo, en medio de esta larga tormenta capitalista que todo lo devora. Y lo hicimos gracias a que sostuvimos de manera inquebrantable el timón de los principios y las convicciones de que es posible y necesario construir otro mundo, y que nosotros podemos hacerlo.

Y no sólo fueron cientos los y las que se subieron a nuestro barco en estos años, sino que también con ella pudimos llegar hasta otras naves para abrazarlas y juntos comenzamos a navegar más seguros. Así fuimos avanzando y creciendo, fuimos construyendo espacios donde nos preparamos colectivamente para pisar tierra firme y desarrollar nuestra propuesta en medio de la selva en la que nos proponen sobrevivir y donde nos encontramos rodeados y bombardeados a diario por consignas que nos “invitan” a pensar y ser como ellos quieren y como a ellos les conviene.

Resistimos. Pero no sólo eso. También avanzamos. No nos quedamos sólo en la crítica, sino que aportamos a la construcción de las herramientas que nos permiten transformar las críticas en propuestas concretas para la elaboración de alternativas.

Nos duele nuestra amada Palestina y nos rebela el accionar impune del ejército de ocupación y de los genocidas que gobiernan Israel.

Nos duele la hermana República Árabe de Siria y nos rebela el accionar criminal del imperialismo en alianza con el sionismo y el panturquismo.

Nos duelen Armenia y Artsaj, y nos rebela Pashinian como consecuencia de un proceso de treinta años que condujo a los armenios hasta el borde del precipicio y de su existencia misma. Y aclaramos que la responsabilidad/culpabilidad de Pashinian y su equipo es compartida en partes iguales por Levón Ter Petrosian, Robert Kocharian y Serzh Sarkisian, y por todos los partidos que formaron parte de los sucesivos gobiernos a lo largo de estas tres décadas.

Nos duele la realidad del pueblo kurdo y de otros pueblos con sus derechos nacionales básicos avasallados, y nos rebelan líderes como Erdogan, Aliyev, Netanyahu, Biden, Milei, Zelensky y otros tantos europeos y de otras nacionalidades, que siguen matando impunemente utilizando armamento militar de todo tipo o aplicando planes económicos de hambre y exclusión.

Desde el compromiso irrenunciable con el mantenimiento, desarrollo y difusión de la cultura armenia y de los valores que hacen a la armenidad, hasta nuestra participación activa y militante en la defensa de la vida y de los derechos humanos, nos van a encontrar allí donde debemos y queremos estar, manteniendo la coherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos.

Seguiremos homenajeando a los Baruir Sevag y a los Charles Aznavour, pero también seguiremos abrazando nuestras universidades y hospitales públicos; seguiremos llenando de armenidad nuestros sábados en la Escuela Integral en Flores y cada día de actividad en la Casa de la Cultura Armenia, pero también seguiremos luchando por los derechos de los pueblos originarios y por el fin del bloqueo a Cuba; seguiremos escuchando a Hovhannés Badalian, a Aram Asatrian, a nuestro querido Arturo y a Tatul Altunian, pero también seguiremos cantando “como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”; seguiremos llenando las páginas de NOR SEVAN y las horas de LA VOZ ARMENIA con las actividades de las instituciones armenias, con nuestras preocupaciones sobre el idioma y el futuro de la diáspora, pero también seguiremos incluyendo en nuestros espacios nuestro compromiso solidario y militante con las luchas (justas) que se llevan a cabo en cualquier rincón del planeta; seguiremos denunciando al fascismo turco-azerbaiyano, al sionismo y a los nazis autóctonos y foráneos, y también seguiremos sosteniendo que los pueblos no son enemigos entre sí y seguiremos luchando por la paz, la amistad y la solidaridad entre los pueblos.

Por eso, miramos el Ararat y nos conmovemos tanto, como cuando acompañamos y abrazamos los Pañuelos Blancos; nos estremecemos al escuchar las historias de Antranik y del Che; cantamos junto a la Negra Sosa y Nuné Esayan, junto a Charly García y Rupén Matevosian; decimos “soy armenio” en Argentina y “soy argentino” cuando viajamos a Armenia. Somos tan argentinos como armenios y tan latinoamericanos como ciudadanos del mundo. Somos todo esto y, seguramente, un poco más.

Que el nuevo año traiga, ante todo, salud para todos y todas, y que logremos concretar los anhelos personales y los proyectos colectivos.

Nosotros, los y las estaremos esperando con los brazos abiertos, no sólo para que nos acompañen en cada una de nuestras actividades del año, sino para que se sumen a esta gran familia y a este hermoso proyecto llamado Unión Cultural Armenia.

Y para finalizar, por qué no un... ¡Feliz 2025!